Manual del Maestro
25. ¿Son deseables los poderes psiquícos?
1. La respuesta a esta pregunta es muy parecida a la anterior. No existen poderes “antinaturales”, e inventar un poder que no existe es obviamente recurrir a la magia. Es igualmente obvio, sin embargo, que cada individuo tiene un sinnúmero de capacidades de las que no es consciente. A medida que su conciencia se expanda, es posible que desarrolle capacidades que le parezcan muy sorprendentes. No obstante, nada que él pueda hacer puede compararse en lo más mínimo con la gloriosa sorpresa de recordar Quién es. Si deja que todo su aprendizaje y todos sus esfuerzos se dirijan hacia esa gran sorpresa final, no querrá que las pequeñas sorpresas que se puedan presentar en el camino lo retrasen.
2. Ciertamente hay muchos poderes psíquicos que están claramente de acuerdo con los postulados de este curso. La comunicación no se limita únicamente a la reducida gama de canales que el mundo reconoce. Si así fuese, no tendría objeto tratar de enseñar la salvación. Sería imposible hacerlo. Los límites que el mundo le impone a la comunicación son los mayores obstáculos para una experiencia directa del Espíritu Santo, Quien siempre está aquí y Cuya Voz está siempre presta a ser oída. Estos límites se establecen por miedo, pues sin ellos las paredes que circundan todos los lugares separados del mundo se derrumbarían ante el santo sonido de Su Voz. Aquel que de alguna manera transciende estos límites, está simplemente volviéndose más natural. No está haciendo nada especial, y no hay nada mágico en sus logros.
3. Las capacidades aparentemente nuevas que se pueden adquirir en el camino hacia Dios pueden ser muy útiles. Cuando se le entregan al Espíritu Santo y se usan bajo Su dirección, se convierten en recursos de enseñanza muy valiosos. Ante esto, la cuestión de cómo surgen es irrelevante. Lo único que hay que tener en cuenta es el uso que se les da. Si se consideran como fines en sí mismas, independientemente de cómo se haga esto, el progreso se demorará. Su valor no reside tampoco en que prueben nada; ni en que sean logros del pasado, conexiones insólitas con lo “invisible” o favores “especiales” de Dios. Dios no hace favores especiales, y nadie tiene ningún poder que los demás no posean. La posesión de poderes especiales sólo se puede “demostrar” mediante el uso de trucos mágicos.
4. Nada que sea genuino se puede usar para engañar. El Espíritu Santo es incapaz de engañar, y sólo puede valerse de capacidades genuinas. Lo que se usa con fines mágicos no le sirve a Él. Y lo que Él usa no se puede emplear para la magia. Existe, sin embargo, una atracción especial por las capacidades poco usuales que las hace curiosamente tentadoras. Estos poderes son los que el Espíritu Santo quiere y necesita. Mas el ego ve en esos mismos poderes una oportunidad para vanagloriarse. Cuando los poderes se convierten en debilidades es ciertamente trágico. Lo que no se le entrega al Espíritu Santo, no puede sino entregársele a la debilidad, pues lo que se le niega al amor se le da al miedo, y como consecuencia de ello será temible.
5. Incluso aquellos que han dejado de valorar las cosas materiales del mundo pueden dejarse engañar por los poderes “psíquicos”. Al dejar de interesarse por los regalos materiales del mundo, el ego se ve seriamente amenazado. Mas todavía puede ser lo suficientemente fuerte como para recobrarse valiéndose de esta nueva tentación a fin de recuperar su fuerza mediante el engaño. Muchos en esa situación no se han percatado de las defensas del ego, si bien no es que éstas sean precisamente sutiles. Sin embargo, mientras se tenga el más mínimo deseo de ser engañado, el engaño se producirá fácilmente. Ahora el “poder” deja de ser una facultad genuina y ya no se puede contar con él. Es casi inevitable que el individuo refuerce las incertidumbres que tiene acerca de su “poder” engañándose cada vez más a sí mismo a no ser que cambie de parecer con respecto a su propósito.
6. Cualquier capacidad que alguien desarrolle tiene el potencial de hacer bien. En esto no hay excepciones. Y cuanto, más insólito e inesperado sea el poder, mayor será su potencial para ayudar. La salvación tiene necesidad de todas las capacidades, pues lo que el mundo quiere destruir, el Espíritu Santo lo quiere restaurar. Se han usado las facultades “psíquicas” para invocar al demonio, lo cual no hace otra cosa que reforzar al ego. Mas estas facultades pueden ser también un canal de esperanza y curación si se ponen al servicio del Espíritu Santo. Aquellos que han desarrollado poderes “psíquicos” no han hecho sino permitir que se erradiquen de sus mentes algunas de las limitaciones que ellos mismos les habían impuesto. Si utilizan esta mayor libertad para aprisionarse aún más, no hacen sino imponerse mayores limitaciones. El Espíritu Santo tiene necesidad de esos dones, y quienes se los ofrecen a Él y sólo a Él caminan con la gratitud de Cristo en sus corazones y con Su santa visión siguiéndoles muy de cerca.