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Los secretos de una buena dieta no están solo en los ingredientes de sus platos. Disciplinas como el tai-chi o la gimnasia holística ejercitan la conciencia para asumir como algo natural el culto al cuerpo. Así, se pueden depurar cuerpo y mente a un tiempo con una sonrisa.

Durante los últimos veinte años la popularidad del tai-chi tai-chi ha aumentado en muchos países occidentales. Reconocido como un sistema práctico de mantener la salud y el bienestar se ha convertido en una sólida alternativa al ejercicio físico.

En la mayoría de los deportes modernos el grado de preparación física requerido excluye a los menos preparados. El tai-chi, por el contrario, no exige capacidades energéticas superiores a la media en cuanto a coordinación y agilidad. Como método de ejercicio su objetivo es mejorar la sensibilidad y la flexibilidad así como procurar al que lo practica un sensación de vitalidad.

Al igual que otras artes curativas chinas, considera al cuerpo como un organismo que tiene energía vital o Ch´i. La función principal del tai-chí es procurar que este flujo esté equilibrado entre dos cualidades llamadas Yin y Yang. Estas se corresponden con las cualidades de expansión y contracción. El aumento de la masa muscular debe ser descartada así como otras actividades extremas.

En cuerpo y alma

El trabajo del Ch´i se lleva a cabo mediante una secuencia de movimientos lentos, semejantes a una danza. Asimismo, se utilizan patrones rítmicos de respiración, un conjunto de ejercicios de estiramiento y otros diseñados para liberar al cuerpo de tensión y agitación. El aspecto marcial del entrenamiento ayuda a tonificar y revitalizar la musculatura y los órganos vitales.

Sin embargo, la más valiosa contribución del tai-chi a la filosofía occidental es un componente nuevo que lo distingue de otras aproximaciones a la salud. En su tradición la salud física nunca va separada del bienestar emocional y mental. La purificación y el fortalecimiento del cuerpo son las bases para lograr una salud más global. Un cuerpo en condiciones acompañado por un corazón libre de ansiedad y una mente clara son la imagen de equilibrio que persigue el tai-chi.

Adelgaza sonriendo

Recuperar la tranquilidad

Los aspectos más profundos de su práctica van encaminados a la recuperación de el sentimiento de totalidad e interconexión que se pierde en el caos de la actividad cotidiana. El proceso de curación se inicia con el reconocimiento de esquemas de desequilibrio, estrés y conflicto acumulados. A través de una práctica regular y constante, se puede aprender como reemplazar lo perjudicial por lo vivificante.

Este aspecto terapéutico, cuya esencia se remonta a las prácticas de los primeros taoístas, da sus frutos. Aquellos que cada día se enfrentan al ruido y la prisa de los entornos urbanos, pueden recuperar la tranquilidad por medio de sus técnicas.

El arte del tai-chi permite además ser abordado a diferentes niveles: como arte marcial, como forma de ejercicio, como terapia o como práctica espiritual. Su belleza radica en que todas las diferencias se diluyen durante su práctica a la búsqueda de un objetivo común: sustituir el lenguaje oral por el del tacto y la sensibilidad para mejorar el exterior desde un interior sereno.

Canalizar la energía

La gimnasia holística es una forma de trabajar el cuerpo que busca a través del movimiento, alcanzar la armonía, la gracia y la inteligencia del cuerpo y de la mente. El primer paso a seguir según la doctrina holística es reprogramar los movimientos para restar fuerza al efecto a los efectos negativos de la gravedad sobre el cuerpo humano. Por otro lado, de lo que se trata es de canalizar nuestras energías correctamente para sacar el máximo partido a cada ejercicio físico.

Según la doctora Ehrenfried -estudiosa de medicina y kinesiterapia- ”… el cuerpo humano parece poseer una tendencia a buscar el orden, que colabora en volver a poner instantáneamente todo en su lugar cuando se da una mínima posibilidad”. Lo que proclaman estas filosofías es buscar un estado ideal unitario, no estrictamente basado en el culto al cuerpo. Embellecerse desde dentro en pleno equilibrio físico, mental y espiritual. Como dice el dicho popular que la cara sea el espejo del alma.

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