Causar una buena impresión
Quién no ha oído alguna vez la expresión “la primera impresión es la que vale”, pero veamos si esto es del todo así.
Existen unas técnicas para “suavizar” la conversación (del inglés “softening”) y que pueden ayudarnos a causar una buena impresión. Mediante estas técnicas, vamos a dar una imagen amable y receptiva, que es lo que a todos nos gustaría encontrarnos en la persona a la que hablamos.
Asentimiento de cabeza
Es una buena forma de saludar a la gente, sobre todo si están a cierta distancia. Una sonrisa sincera lo complementa perfectamente.
El movimiento de cabeza indica que se está dispuesto a la comunicación. Si se realiza dentro de la conversación, animamos a nuestro interlocutor a proseguir con ésta, pues estamos transmitiendo el mensaje de que le escuchamos y le entendemos, lo que no quiere decir que estemos de acuerdo con lo que nos comenta.
La mirada
Dicen que los ojos son el espejo del alma. Por eso cuando una persona no mantiene el contacto visual nos da la impresión de que “no está dispuesta a enseñarnos su alma”, a confiarse.
Es importante mirar a los ojos de las personas para hacerlas sentirse escuchadas, interesantes. No se trata de mirar forzadamente, ni insistentemente ni, con agresividad, pues podría parecer una lucha de poder. Puede hacerlo durante unos segundos, sonriendo, luego recorrer sus facciones, el pelo, incluso los hombros.
Es natural el dejar de mirar a su interlocutor en alguna ocasión, sobre todo si está hablando más que si es el que escucha, pero no se ha de olvidar el mirar con mucha frecuencia a los ojos. Esto animará a la gente a seguir hablando, pues a todos nos gusta ser atendidos.
La importancia de tocar
La forma más aceptada de tocar en las sociedades occidentales desarrolladas es el saludo, sobre todo el saludo con un apretón de manos o el beso o dos besos en la cara. En situaciones formales el primero está indicado, mientras que el segundo suele utilizarse informalmente, a menos de que sean dos hombres los que se saludan.
No salude con desgana, como si estuviese enfermo o con tanta fuerza que parezca que quiere quedarse con la mano o la cabeza del interlocutor. Salude con seguridad pero en actitud de recibimiento; sonría mientras lo haga y dirija una cálida mirada a los ojos.
Además de esta forma de tocar, a medida que la confianza se va desarrollando entre dos personas, puede utilizarse el roce de un brazo, del hombro o incluso de las manos (si son dos mujeres las que conversan y ya existe cierta confianza) en señal de amistad y acercamiento.
Cuando termine sus conversaciones es importante que se despida con un saludo nuevamente. Si además se comenta algo del estilo “Ha sido una conversación agradable”, “Espero que nos veamos pronto”… junto con una sonrisa, ambas personas tendrán una buena impresión sobre el diálogo que se acaba de compartir.
Inclinarse hacia delante
Esta postura refleja un interés mientras que el hacerlo hacia atrás, con una mano en la boca o en el mentón, o con ambas cruzadas detrás de la cabeza en pose relajada, demuestra desinterés o crítica.
Hay que tener en cuenta el espacio personal a la hora de acercarnos, si lo hacemos demasiado, podemos llegar a invadirlo. Lo mejor es tomar como referencia el espacio que socialmente adoptamos frente a desconocidos y disminuirlo progresivamente si lo consideramos adecuado hasta una mayor intimidad, observando siempre la reacción de nuestro interlocutor.
Abrir los brazos
Esta postura nos demuestra receptividad, del mismo modo que alguien nos recibe con los brazos completamente abiertos cuando se alegra mucho de vernos o las madres esperan abrigar sobre sí al hijo que llega hacia ellas.
Los brazos cruzados, del mismo modo que las piernas, indican que se está cerrado al contacto, a la defensiva, nervioso o escéptico y crítico, sobre todo si ponemos una de nuestras manos sobre nuestra boca o nuestro mentón. Aunque estas posturas sean las más cómodas del mundo para nosotros, no son las más indicadas por la impresión que producen en quién nos observa.
La importancia de sonreír
Una sonrisa agradable normalmente es interpretada como un cumplido por aquella persona a la que va dirigida, ésta siente que alguien se ha fijado de forma positiva en ella. Es una señal muy importante de actitud amistosa y abierta, así como de estar dispuestos a mantener una comunicación.
Los mensajes que enviamos tienden a ser devueltos en la misma forma o en forma parecida, de modo que si saludamos amable y sonrientemente, tendremos más posibilidades de que nos respondan en la misma forma que si lo hacemos con desgana o secamente.
Esto no significa que debamos sonreír a todas horas, incluso en momentos inoportunos (nadie consideraría nuestra sonrisa un halago hacia él, sino un simple gesto de nuestras facciones) o lo hagamos de una forma tan perceptivamente falsa que provoquemos desagrado.