La agresividad competitiva
Las mujeres de éxito son mujeres poseídas por un espíritu de independencia que las lleva a competir sanamente hasta conquistar sus metas.
En cambio, hay quienes sueñan con hacer algo, pero ni siquiera dan el primer paso para lograrlo. A pesar de tener talento y el deseo, sufren el síndrome del “miedo al fracaso”, y no se atreven a presentar batalla para conseguir lo que ansían. Estas personas por lo general, sienten pánico a la competencia; y es por eso que no se atreven a ser agresivas a la hora de enfrentarse a los problemas que surgen a diario y que merece la pena superar.
La historia nos dice que el instinto competitivo se ha dado más en los hombres que en las mujeres; por lo que aún con todas las vallas superadas por las mujeres aún tienen miedo de medir las propias fuerzas e ideas con otras personas.
No obstante, el arribismo, el vivir obsesionadas con la competencia no es sano; sobre todo si con ello sobreviene la desesperación de ganar a toda costa para mostrarles a los demás lo talentosas y capaces que somos.
Sin embargo, para disfrutar una vida lograda y satisfecha, no podemos quedarnos sentadas tranquilamente a esperar que todo nos caiga del cielo. Cuando se quiere alcanzar una meta, hay que atreverse a el primer paso mostrando agresividad y pujanza competitiva.
¡Dar el primer paso!
El primer paso a seguir es prepararse a conciencia. ¿Cómo? Ante todo reconociendo y admitiendo la necesidad que tiene de arriesgarse y competir, para salvar los obstáculos que le impiden conquistar su meta. Aunque en el proceso pierda: el amor de alguien, la aprobación de otros, y hasta la relativa estabilidad de su vida actual.
¡Armarte de valor!
El simple hecho de que podamos vivir y trabajar en el mundo de hoy es un acto de valentía, porque es tamos rodeados de peligros reales por todas partes. Y el aprender desde pequeños a encarar a diario esos peligros, es ya un signo de valentía y un triunfo del optimismo humano.
Este segundo paso hay que tomarlo mucho en consideración, y hay que diferenciarlo del gesto impulsivo y baldío con que muchas veces pretendemos realizar un acto que sabemos que no tendrá posibilidades de éxito.
¡Comprometerte!
El tercer paso es comprometerse al empeño, lo cual la hace decidirse a ponerle manos a la obra. Cuando usted inicia la acción, ya está involucrada en el riesgo. Está compitiendo y se ha comprometido a seguir adelante. Los planes van adquiriendo forma y convirtiéndose en realidades. ¡Ya no puede volverse atrás!.
¡Es hora de actuar!
Hay quienes se atan a una relación amorosa insatisfactoria sólo buscando seguridad, o se estancan en un empleo mediocre porque les ofrece estabilidad. Quien no se arriesga y compite tratando de buscar una mayor satisfacción personal, probablemente no encontrará nunca un amor verdadero ni una posición mejor que la actual.
Si usted está inconforme con su propia vida, ¡haga algo por mejorarla! Si lucha por su ideal, todo lo que usted haga tendrá un propósito y su vida adquirirá una razón de ser. Entonces no habrá riesgo que la haga detenerse, y estará dispuesta a competir en todo, y contra todos.
La auto-estimación
Si alguna de nosotras no se atreve a competir, hay otros que siempre se atreven, en cualquier lugar y hora y con cualquier persona. Estos seres seguramente han estado acondicionados para esto desde pequeños.
Según algunos psicólogos, los patrones competitivos tienen sus bases en la niñez, y los llevamos con nosotros a nuestra vida adulta.
Muchas mujeres oyeron desde su más tierna infancia que los hombres son quienes deciden y ordenan lo que se ha de hacer en todos los aspectos de la vida. Y que las mujeres tienen un rol pasivo.
Como es de suponer, a éstas les es más difícil superar el acondicionamiento mental a que fueron sometidas. Mientras que aquélla a quien, desde pequeña, sus mayores la convencieron de que era una personita muy especial y admirable, y de que podía hacer todo lo que se empeñase en realizar, probablemente hoy tiene la agresividad suficiente para salir a defender sus conceptos y dar el primer paso cuando se trata de luchar por lo que cree.
Este tipo de persona contempla a la humanidad desde el sano mirador de su propia imagen.
Miedo a los cambios
Como mencionamos anteriormente, muchas mujeres se quedan estacionadas en la última tea donde se sintieron seguras y siguen dando vueltas en el mismo punto, como un disco rayado. Ya sea en un matrimonio que no resultó lo que esperaban, o en un viejo empleo que ya no les satisface.
¿Por qué no salen de ese estado mental? No es por apatía, es que tienen miedo de salir de una situación para caer en otra peor y no se arman de la agresividad necesaria para superar ese temor: se conforman con aquello de más vale malo conocido, qué bueno por conocer.
Absurdamente caen en una actitud cobarde, porque piensan que es lo más razonable que pueden hacer y olvidan que estancarse puede ser peor que aventurarse a competir para lograr lo desconocido.
La mujer de hoy, debe ser agresiva, dinámica, sexual, y además ¡emprendedora y triunfadora!.
Hace treinta años cualquiera cifraba sus ambiciones en trabajar un corto tiempo de secretaria, maestra o dependienta de tienda para después casarse y dedicarse a la carrera de tener hijos ¡Punto!.
Hoy en día ambicionamos mucho más: una carrera interesante (donde podamos desarrollar nuestra creatividad y ganar mucho dinero), viajes, romances, y también un matrimonio, no donde juguemos un rol pasivo y sumiso, sino donde se nos respete y considere una igual.
Competir honradamente
En la mayoría de las situaciones se puede competir sin intrigas ni sucias jugarretas. Sólo hay que tener en cuenta varios puntos:
- Sea franca en su anhelo de sobresalir en la competencia.
- Trate de realizar evaluaciones honestas durante la competencia.
- Prepárese para recibir todo tipo de emociones y sorpresas.
- Usa la competencia como un medio sano de desarrollo y de auto superación.
- No utilice chismes, mentiras, intrigas ni faltas de respeto como armas para ganar.
- Trabaje bien y organizadamente para que su rendimiento sea el máximo que pueda esperarse.
- Demuestre que vale por su capacidad, conducta y talento.