No deberíamos enviar nuestras experiencias negativas al destierro [08-07-2020]
A veces, al mirar hacia atrás, es fácil sentir la tentación de desear poder cambiar muchas vivencias, corregir errores, evitar el dolor, haber acertado con las decisiones. Es fácil caer en la tentación de pensar cuánto de lo vivido cambiaríamos, cuanto haríamos o dejaríamos de hacer. Es algo muy humano, probablemente todos lo hemos sentido alguna vez.
Ahí estamos en algún momento de nuestra vida, de nuevo preocupándonos, de nuevo arrepintiéndonos por aquello que nos sucedió o por aquello que hicimos o dijimos. El tedioso discurso interno, repetitivo y agobiante, culpándonos de los errores cometidos, de las decisiones que tomamos o, peor aún, de las que no adoptamos en su momento. Y mientras todo esto sucede, pasa la vida. Mientras nos “preparamos” para vivirla, la vida está pasando.
Pero llega un día en que nos detenemos, ya no solo miramos de frente, ya vemos los lados del camino. Ya no solo oímos el ruido de nuestra mente, sino que percibimos infinitos sonidos, Ya dejamos de mentirnos y, al sincerarnos con nosotros mismos, descubrimos la pregunta: ¿de qué sirve arrepentirse de los errores cometidos?
Realmente son errores o tan solo son lecciones del enciclopédico libro de la experiencia. Todo hecho, acción, pensamiento o sentimiento vivido ha tenido su porqué y su consecuencia, si los borrásemos ya no seríamos los mismos.
Es muy posible que nos demos cuenta de que lo que hoy somos es consecuencia de lo que hemos sido. Que todas las incidencias, experiencias y vivencias de todo tipo, han conformado nuestro presente. También nos ha dotado de experiencia, depende de nosotros como utilizarla, pasando por encima tratando de olvidarla o sumergiéndonos en sus profundidades en busca de la sabiduría que la acompaña.
Podemos llegar a comprender que todo mal es pasajero, que la tristeza tarde o temprano se irá, que el miedo se puede controlar, que el dolor y la incomodidad pueden ser acogidos y transformados. Podemos comprender que nada es eterno, que la vida no siempre es perfecta, que cada experiencia nos ayuda a crecer, que es normal tener dudas, que vivir es un duro equilibrio entre avanzar y dejar ir, que no somos prisioneros del sufrimiento, que todo llega y que todo pasa.
No deberíamos enviar nuestras experiencias negativas al destierro, no deberíamos negarnos a mirarlas, a escucharlas o aceptarlas. No deberíamos exigirnos vivir en un perpetuo estado de felicidad. No deberíamos reprimir ni ocultar estas emociones, ni preocuparnos por nuestra vulnerabilidad, porque la vida no es perfecta pero, realmente, no necesitamos que lo sea.
Lo verdaderamente importante es asumir la realidad pero perfumados de esperanza. Somos lo que somos hoy gracias a lo que hicimos y a lo que no, a nuestros éxitos y a nuestros fracasos, puede que incluso más a estos últimos que a los primeros. Por lo que en lugar de ocupar el tiempo preocupados por haber hecho las cosas de otra manera, preocupémonos por intentar sacar lo mejor de nosotros en cada situación, en cada momento, en cada minuto, en cada segundo…
Buen día a tod@s!!!
Os quiero Bandid@s!!!
“Una espina de experiencia vale más que un bosque de advertencias” James Russell
Hoy os dejo un tema de Pink Floyd que me inspira…no sé…nacimiento…vida…muerte…me parece que esta canción no hablada, me evoca en su dinámico fluir esos momentos de la vida..la voz de Clare Torry a la que dijeron los Floyd: “piensa en la vida, en la muerte, improvisa y canta”…y he aquí el bello resultado…ya suena… “The Great Gig In The Sky”… qué pasada!!!