Escucho, empatizo [26-03-2020]
Ayer ha sido un día duro, potente emocionalmente. Parece que se dieron las circunstancias para que, aparte de los contactos habituales, se dieran otros con personas muy queridas, con las que uno hablaba tres o cuatro veces al año, en fecha concretas, pero que con la cierta distancia emocional, vivida en los últimos años, habíamos perdido un contacto más directo y continuo. Situaciones desgarradoras, difíciles, familiares muy cercanos afectados de gravedad por el Covid (ya no le pongo el 19 porque ya es uno más en nuestras vidas, no deseado, pero uno más). Siento que ahora, y por desgracia en los próximos días, cobra toda su dimensión la tragedia que nos envuelve y nos ha tocado vivir. Escucho, empatizo, ofrezco mi regazo emocional, intentando consolar aquello que parece ser inconsolable, consciente de que el consuelo que puedo ofrecer será a todas luces insuficiente. Pero algo dentro de mí se desborda, puede que “insultantemente”, pido “disculpas” por ello, pero no puedo evitar tratar de ofrecer consuelo, tratar de salpicar ánimo, tratar de fumigar con entusiasta esperanza a todos los que quiero, a todos los que aprecio, Intentar arrancar una sonrisa en medio de tanto caos, intentar exorcizar los demonios de la desesperación y expulsar a los fantasmas de la desesperanza, aunque solo sea señalando con el dedo el rayito aquel de luz que se vislumbra, allí, al final.
Ahora, tarde o temprano, de una manera u otra, la aflicción nos llega a todos, a algunos con amarga y solitaria agonía. No será posible el perfecto alivio, excepto con el tiempo.
Tal vez podemos creer que ya nunca nos sentiremos mejor, pero eso no es cierto, estar seguros de volver a ser felices algún día, nos hará menos desdichados hoy. El terrible dolor de la posible pérdida, enseñará humildad a nuestro ego orgulloso, suavizando los corazones y probablemente haciéndonos mejores personas de lo que éramos. Porque es posible que en algún momento de la vida perdamos a alguien con cuya ausencia, creamos, no podemos vivir, el corazón se nos hará pedazos. Nunca recuperaremos, si se produjera, la pérdida de ese ser amado, pero vivirá para siempre en ese corazón roto que no se repara. Pero debemos sobrevivir, es nuestro deber, es nuestra obligación moral, sobrevivir, cuidar y proteger al resto.
Y si todo esto acaba, incluso mientras acaba, sin ninguna baja en nuestro más cercano entorno, deberemos dar gracias por ello, estar agradecidos a Dios, al Universo, al Destino o las simples circunstancias. Si es así, seremos muy afortunados, y entonces con más fuerza y ahínco, deberemos consolar a los que sí las sufrieron.
Anoche los aplausos fueron más fuertes que ningún día, remontamos, crecemos ante la adversidad, compartimos unos minutos de fraternidad, de amparo mutuo, de consuelo y ánimo colectivo, me emociona y me reconforta. Termino gritando, como cada noche, … “HASTA MAÑANA VECINOS”… la repuesta unánime regenera mi entusiasmo. Mañana más.
Os quiero, Buen día a tod@s!!!
“Nadie puede librar a los hombres del dolor, pero le será perdonado a aquel que haga renacer en ellos el valor para soportarlo.” Selma Lagerlof
Hoy no se me ocurre mejor canción que “Volveremos a brindar” de Lucia Gil, seguramente la habréis escuchado, pues aunque lleva tres o cuatro días en la Red, ya se ha convertido en uno de los himnos de esta “guerra”.