Ten en cuenta que… Él está en el centro de su mundo.
En su afán por aprender los niños se toman a sí mismos como marco de referencia. No son capaces de ponerse en el lugar de otro y organizan el mundo en base a su experiencia. No tienen conceptos generales, como tenemos los adultos. Las cosas son lo que significan para ellos.
Conoce a través de su experiencia:
Las cosas son solo lo que ellos han experimentado. Puede que si le preguntas a tu hijo ¿qué es un coche? la respuesta sea del tipo “un aparato con ruedas que conduce papá” (si es papá el que siempre conduce el coche). No puede generalizar más porque su conocimiento está claramente marcado por sus experiencias.
Estas definiciones que los niños dan para explicar el mundo que les rodea se conocen como “preconceptos”. Como es lógico imaginar, cada niño formula sus propios preconceptos, que no tienen por qué coincidir con los de los demás creando así su propio mundo mágico.
Hasta ahora tu hijo no ha tenido necesidad de explicarse el mundo de otra manera. Sin embargo al entrar en la escuela infantil y comenzar realmente la socialización con su grupo de iguales, encontrará otros niños con otros “preconceptos” diferentes a los suyos para explicar las mismas cosas. Esta situación en la que diferentes mundos mágicos deben enfrentarse entre si constituye un paso importante para la madurez intelectual de tu hijo. Le ayudará a perfeccionar la reflexión y el diálogo, fomentará su socialización y enriquecerá su visión del mundo.
Puedes ayudarle si…
El grupo de iguales es insustituible en esta etapa y debéis ir dándole pequeñas libertades para que consolide relaciones y conozca nuevos amigos. Sin embargo tu también puedes ayudarle a adentrarse en la realidad. No le corrijas siempre que descubras uno de estos preconceptos. Simplemente enfréntale a situaciones imposibles y deja que él las vaya resolviendo. Ayúdale a encontrar el camino, pero no se lo des todo hecho.
Enséñale a ver las cosas desde un punto de vista diferente al suyo. Podéis jugar al cambio de rol; él será el padre y vosotros los hijos. Ten en cuenta que el desarrollo intelectual de tu hijo no debe ceñirse sólo a los conceptos, sino también a los sentimientos, las emociones, el gusto… Fomentar en él actitudes como la empatía, la autoestima y el esfuerzo le ayudarán el día de mañana a enfrentarse a los retos intelectuales con sentido crítico, mentalidad abierta y confianza en sus propias posibilidades.
Procura enfrentarle a situaciones nuevas que le hagan ampliar su experiencia de la realidad. Excursiones a sitios desconocidos, juegos nuevos, teatro, títeres… Cuantas más experiencias tenga mejor adaptará sus preconceptos a la realidad. Así le estarás ayudando a desarrollarse.
También a esta edad se hará más consciente de la distancia entre lo imaginario y lo real. Debes fomentar su imaginación con actividades lúdicas que capten su interés. Una buena forma de hacerlo es la creación de cuentos. Proponle un tema y desarrollad la historia de forma alternativa. Cada uno seguirá el cuento en el punto en el que el otro lo dejó hasta que decidáis ponerle un final.