¿Cuándo y cómo preparar el hogar?
Con la llegada de un hijo, la casa que hasta el momento había parecido segura, puede convertirse en un foco de peligros potenciales para la seguridad del bebé. Conozca los accesorios y sistemas que precisa para mantener a salvo al niño, y a la casa.
En los primeros meses de vida, el bebé pasa la mayor parte de su tiempo durmiendo, por lo que no es necesario realizar grandes cambios en el hogar. Pero, a medida que crece, y su curiosidad con él, cualquier mueble, electrodoméstico, etc., puede convertirse en el juguete perfecto a sus ojos.
Para que ninguno de los dos salga mal parado, ni el niño ni el “juguete”, es necesario recurrir a una serie de accesorios creados específicamente para conseguir una casa a prueba de niños.
Manos y dedos a salvo
Abrir y cerrar puertas suele ser una de los entretenimientos favoritos de los niños y uno de los que más llantos provoca. Por eso, para evitar que el niño se pille los brazos, las piernas o los dedos, es necesario colocar bloqueadores tanto en las puertas como en lo cajones.
Especial atención merecen los electrodomésticos y aparatos con puertas, como la nevera, el horno o el vídeo, ya que estos entrañan otros peligros, tales como quemaduras o la propia rotura del aparato, además de la posibilidad de que el niño se pille las manos. Para evitar problemas, es conveniente colocar protectores.
Evitar caídas y golpes
Cuando el niño comienza a gatear y más tarde a dar sus primeros pasos, los golpes y caídas son una constante en su vida. Si bien, para evitar males mayores, es de vital importancia colocar protectores en las esquinas y en los bordes de los muebles, así como alfombrillas antideslizantes en el baño.
Lejos del fuego y la electricidad
Para evitar calambres y quemaduras, es de suma importancia colocar protectores en todos los enchufes de la casa, que evitarán que el niño introduzca en ellos sus deditos; y como emplear barreras en la cocina que lo mantengan alejado del fuego de los hornillos y del calor de las ollas.
Cocina y baño: peligro en potencia
La cocina es uno de los lugares que más peligros para el niño entraña: ollas hirviendo, botes de detergente, numerosos cajones y puertas con los que el niño puede pillarse los dedos, utensilios cortantes…
El segundo lugar de la casa más peligroso potencialmente es el baño, donde a menudo se conservan los medicamentos, así como jabones, colonias, etc. Asimismo, el niño puede quemarse con agua demasiado caliente si consigue acceder a los grifos.
Recomendaciones para prevenir accidentes en la cocina
Colocar las ollas en los hornillos más cercanos a la pared y con los mangos hacia el interior, de forma que las cazuelas y sartenes no sean accesibles al niño. Lo mejor es utilizar sartenes y cazos sin mango para que el pequeño no pueda alcanzarlas.
Para extremar la seguridad, es conveniente colocar barreras extensibles especiales en la cocina, para impedir que el niño pueda volcar las ollas, derramando su contenido sobre él.
Cerrar los cajones y las puertas, especialmente aquellos que contengan productos o utensilios peligrosos para el niño, así como el frigorífico, el horno, la lavadora y el lavavajillas, con la ayuda de cierres de seguridad.
A pesar de utilizar cierres de seguridad, es conveniente guardar los medicamentos y los productos de limpieza, así como las bolsas de plástico, en un lugar escondido y fuera de su alcance.
Recomendaciones para prevenir accidentes en el baño
Productos tales como jabones y detergentes, así como medicamentos, deben estar siempre guardados fuera del alcance del niño.
Los bloqueadores de puertas y cajones evitarán que el niño pueda acceder a ellos.
Cuando aún no utilice el inodoro, es recomendable colocar un bloqueador que impida levantar la tapa; y cuando comience a utilizarlo, un soporte especial, de forma que el diámetro sea menor y el pequeño pueda hacer sus necesidades sin caer.
Para evitar resbalones y caídas, es necesario emplear alfombrillas antideslizantes.
El termostato del calentador de agua debe estar a 50° C o menos. Existen dispositivos para grifos o duchas que evitan las escaldaduras. Antes de bañar al niño, y teniendo en cuenta que su piel es más fina y susceptible al calor, se debe comprobar la temperatura del agua con el codo, la muñeca o un termómetro de baño.