Durante estas edades, a medida que el niño se va independizando de la madre, el miedo ante los demás y a lo que le rodea es una de las muchas manifestaciones que muestran la ansiedad ante lo desconocido: rasgos, gestos, voz, movimientos… que provocan reacciones imprevisibles ante las cuales el niño no sabe como enfrentarse y comportarse adecuadamente.
A la vez que sus habilidades imaginativas aumentan, lo mismo ocurre con la presencia de situaciones temerosas; que se va encontrando a medida que está comenzando a dar sus primeros pasos y tiene que enfrentarse a obstáculos y encrucijadas totalmente desconocidas como ruidos fuertes, el baño, la oscuridad y animales grandes que son unos de los miedos más comunes a estas edades.
Ruidos fuertes
Es muy habitual que manifiesten miedo ante sonidos tales como un aspirador, una batidora, el silbido de un tren o las sirenas. Normalmente sentirá curiosidad por conocer el objeto que le produce miedo y será conveniente que lo toque y que juegue con él siempre y cuando no le ocasione ningún peligro. Jamás debe obligarle cuando lo detesta. Mediante estas experiencias llegará un momento en el que el miedo desaparezca, ya que es consciente de que no tiene nada que temer.
El baño
El miedo al baño o al agua es muy común a esta edad. Puede tener su origen en alguna experiencia desagradable, como el haberse resbalado en la bañera, habérsele metido jabón en los ojos o sumergirse en el agua.
Todas estas causas pueden evitarse si se emplean jabones adecuados que no irriten teniendo cuidado con la zona de los ojos. Si tiene miedo a estar sentado en la bañera se le puede jabonar mientas está de pie y con la bañera vacía se le puede ir sentando e ir llenándola poco a poco, ayudados por un objeto de goma con el que el niño pueda jugar.
La oscuridad
El miedo a la oscuridad, a la cama mojada o a estar solo puede provocar que la noche sea una experiencia desagradable. El niño está desarrollando su imaginación pero no dispone de los criterios que le permitan diferenciar la fantasía de la realidad. Los padres, en la medida que sea posible, deberán explicarle la realidad de las cosas y no dejarle al principio solo ante estas situaciones que le producen miedo.
Es conveniente dejar la puerta de su habitación abierta permitiendo la entrada de algo de luz de otras habitaciones de la casa. Poco a poco se podrá ver como estos temores desaparecen y como el niño puede dormir solo.
Animales
Durante los doce y dieciocho meses es habitual que muchos niños tengan miedo a los animales. Algunas veces puede ser debido a alguna experiencia desagradable como algún perro que le ladró fuertemente e intentó morderle mientras le acariciaba o un gato que le arañó. Otras veces el mismo movimiento del animal es imprevisible para el niño y éste se asusta y muestra recelo en acercarse.
En ningún caso deberá forzar al niño a que se acerque al animal; ya que si ve que el resto de los niños o sus padres los acarician y no les ocurre nada malo, será suficiente para que los miedos desaparezcan.
También se le pueden mostrar fotografías en las que aparezcan otros niños jugando e incluso animales de juguetes. A partir de los dieciocho o veinte meses ya que el niño domina parte del lenguaje se le puede contar historias en las que el animal sea el protagonista y amigo de los niños.
Qué hacer para que no tenga miedo
Es muy normal ser miedoso alguna vez, pero si esos miedos son intensos o prolongados, pueden tener consecuencias negativas en el desarrollo de su personalidad. Los padres deberán considerar muy seriamente los miedos de sus hijos y tratar de eliminarlos tanto los transitorios como los que son más perdurables o dolorosos.
Fuente: Secadas, F y Musitu, G (1982) “ Psicología Evolutiva.1 Año.” Ceac. Barcelona.