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Depresión y tristeza.

En la sociedad actual el término “depresión” se ha popularizado y banalizado. En cierto modo ha perdido su carácter de enfermedad, y hoy hablamos muy a la ligera de “tener depresión”, estar “depre” y otras expresiones similares, ante situaciones que tienen que ver más con la tristeza que con la depresión.

Parece que no estar bien visto estar triste. Con frecuencia asociamos la tristeza a un sentimiento de debilidad, sobre todo por el sexo masculino. Así sustituimos tristeza por depresión, dando a entender que nuestro estado de ánimo no es fruto de nuestra debilidad sino de una enfermedad.

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¿Qué es la depresión?

El término de depresión en medicina y psiquiatría hace referencia a un trastorno psiquiátrico, muy frecuente, que origina numerosas consultas médicas y tiene graves consecuencias.

La depresión es una profunda alteración del estado de ánimo que suele acompañarse de frecuentes síntomas físicos, como cansancio, insomnio, falta de energía, pérdida de apetito, apatía, pérdida de interés y a veces también disminución de la libido.

Se calcula que un 20% de personas padecerán depresión en algún momento de sus vidas.

La depresión ha existido siempre.

Podemos decir sin temor a equivocarnos, que la depresión ha estado presente desde el comienzo de la humanidad. La Biblia cuenta como el rey Saúl padecía depresión y se suicidó. En el libro de Samuel podemos leer:

“Entonces tomó Saúl su propia espada y se echó sobre ella”.

En las antiguas culturas de Egipto y de Mesopotamia se describen casos de depresión, que originaban profundos sufrimientos y que trataban de explicar por la acción de fuerzas naturales. No obstante, si no encontraban alguna explicación natural, no dudaban en achacar la enfermedad a fuerzas sobrenaturales o al designio de los dioses.

Existen manifestaciones artísticas que recogen el estado depresivo con más de 5.000 años de antigüedad. El Dios Melancólico o Pensador de Hamangia es una figurita de un hombre con los brazos apoyados en las piernas (semejante a la escultura del Pensador de Rodin) que sostiene su cabeza con las manos. Tanto la actitud como la expresión de la cara evocan una profunda tristeza. Al parecer representa a un dios de las culturas neolíticas, el dios de la vegetación.

La medicina griega.

En la civilización griega los médicos trataron de explicar las enfermedades basándose en la teoría del paralelismo de los elementos básicos y los fluidos corporales:

  • Cuatro elementos básicos: fuego, tierra, agua y aire.
  • Cuatro fluidos corporales: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra.

Para los griegos cualquier enfermedad era explicada por su teoría de los humores, que dicho sea de paso, gozó de una gran aceptación hasta el siglo XVII. El precursor fue Empédocles (490-430 a.C.) que estableció el término de “eutimia” o humor normal que equivalía a la salud en estado pleno.

Más tarde, Hipócrates (460-377 a.C.) clasificó las enfermedades según el tipo de humor que se alteraba, dando esto lugar a distintos temperamentos:

  • Colérico.
  • Flemático
  • Sanguíneo.
  • Melancólico.

Para Hipócrates la melancolía (término usado para hablar de depresión) era una alteración de la bilis negra. Es muy posible que la asociación de la depresión con la bilis negra tuviera que ver con la observación de los vómitos de algunos enfermos. En aquella época el uso de eméticos y purgantes era muy común.

Una de las más graves complicaciones que se pueden derivar de una depresión es el suicidio, bastante frecuente en la época griega, sin embargo este hecho no fue vinculado con la depresión hasta el siglo XVII.

La época medieval.

Junto al término de melancolía acuñado por Hipócrates, apareció en el siglo V el término “Acedía”. Aparece por primera vez en el siglo V, en el libro “Sobre el espíritu de la Tristeza” escrito por un monje italiano llamado Juan Cassien. Para este monje la acedía era un estado de angustia del corazón de los hombres virtuosos, que sufrían el doloroso vicio de la tristeza.

La palabra acedía proviene del vocablo griego “akédia” que se puede traducir como tristeza y angustia. Cassien consideró que este estado era provocado por la soledad y la pérdida de la fe en Dios.

La palabra acedía fue muy usada en círculos religiosos y populares, pero nunca llegó a contar con la aceptación de los “médicos” de la época.

La melancolía para los árabes.

La medicina como ciencia sufrió un importante impulso en tiempos de la dominación árabe. Uno de los médicos más famosos del mundo árabe, Isaac ibn Imran, escribió en el año 800 un libro sobre la melancolía, que habría de influir notablemente en los médicos de la edad media, que en muchos aspectos iban a remolque de sus enemigos sarracenos.

Isaac ibn Imran escribió que la melancolía es un trastorno del espíritu y no tanto una alteración corporal. La descripción y los síntomas que describe son muy similares a los de la psiquiatría actual:

  • Estado de ánimo triste, distinto a la tristeza ocasionada por una desgracia o la pérdida de un ser querido.
  • Abatimiento.
  • Angustia y fatiga, junto a otros más.

En cuanto al origen de la enfermedad, pensaba que era de origen multifactorial e hizo especial hincapié en los errores de los médicos de la época.

Los médicos renacentistas.

El renacimiento supone un cambio radical en la forma de entender al hombre. El concepto grecolatino es ampliado y el hombre entra a formar parte de un todo con el universo. Los renacentistas desarrollan el concepto de enfermedad como el resultado de la interacción de la teoría de los humores de Hipócrates con la pasión por los movimientos estelares y el estudio del firmamento.

Las enfermedades vendrán determinadas por los segmentos celestes y la influencia de los planetas. Los médicos renacentistas llegaron a realizar complejas combinaciones con los siguientes elementos:

  1. Principios fisiológicos (sangre, bilis, bilis negra y flema).
  2. Rasgos del temperamento (sanguíneo, flemático, colérico y melancólico).
  3. Posición en el segmento celeste (Saturno, Urano, Neptuno y Plutón).

Para los médicos renacentistas el “Melancholicus” corresponde al segmento celeste influido por el planeta Saturno. Para ellos, los términos saturnino y melancólico eran una misma cosa.

En su obra “De Melancolía” (1558) el catedrático granadino, Pedro de Mercado, presenta una marcada influencia de la religión en sus ideas. Considera que el diagnóstico de la melancolía corresponde al teólogo, aunque luego sean los físicos (médicos) los que se encarguen de su tratamiento. En esa época, tan influida por el temor al diablo, era célebre la frase:

“El demonio se alegra con el humor melancólico de una persona”.

En 1599, el médico renacentista André du Laurens consideró que la depresión melancólica era provocada por una alteración visceral.

La influencia astral y planetaria de la época todavía se observa en autores del siglo XVI y XVII:

  • Timothy Bright: “A Traitise of melancolía”, 1586.
  • Robert Barton: “Anatomy of melancholy”, 1621.

 

La Ilustración.

Con la llegada de la Ilustración, el llamado siglo de las luces (XVIII), comienza en Europa un proceso de modernización y un desarrollo de los métodos científicos. El triunfo de “la Razón” supone en los aspectos médicos el fin del componente mágico, esotérico y planetario del Renancentismo.

Juan Bautista Helmont inicia la química moderna y es un destacado científico que acaba con la teoría humoral de Hipócrates, al demostrar que la sangre no estaba constituida por los cuatro humores. Establece las bases científicas de las enfermedades mentales. Le siguieron otros autores como Gay-Lussac o Claude Bernard, considerado como el padre de la medicina experimental.

En pleno auge de los enciclopedistas, triunfan las teorías de Lineo y Bufón para clasificar todas las especies animales. Animado por este espíritu estructurador, Francois Boissier de Sauvages llevó a cabo una portentosa obra enciclopédica. En una de sus entradas trata sobre “la Melancholía” definiendo sus características generales y distintos subtipos de la enfermedad.

El siglo XIX.

De la mano del psiquiatra francés, Jean Etienne D. Esquirol (1772-1840), la melancolía y la manía, pasan a formar parte del campo de la medicina y ser consideradas como enfermedades mentales independientes de otras alteraciones mentales con las que frecuentemente se mezclaban.

El abuso del término melancolía por los poetas y escritores románticos, influyó decisivamente en su pérdida de valor clínico. De esta forma el término “depresión” empezó a ganar popularidad entre los psiquiatras de la época.

La psiquiatría moderna.

Hay bastante consenso mundial, en considerar que con el psiquiatra alemán Emil Kraepelin (1856-1926) nace la psiquiatría moderna. A principios del siglo XX, Kraepelin describe una de las más graves enfermedades mentales, la psicosis maniaco depresiva, que hoy en día conocemos como trastorno bipolar.

Con este autor, el término depresión se consagra como sinónimo de enfermedad, mientras que el término melancolía lo reserva para pacientes ancianos, que presentan un cuadro depresivo de inicio tardío y especialmente grave.

Aunque no todos los expertos en psiquiatría estuvieron de acuerdo, esta clasificación de Kraepelin se mantuvo hasta la aparición del DSM-III en la década de los 80.

Autor: Gerardo Castaño – Nuestro Psicólogo en Madrid

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