De la amistad al amor
La diferencia entre amigos y amantes es artificial. La forma en que se perciben estas diferencias condiciona la calidad de las relaciones, y las posibilidades de satisfacción que la sexualidad ofrece. Todo depende de usted y de su forma de ver las cosas
¿Qué diferencia existe entre el aprecio que tenemos a un buen amante y el que tenemos a un buen amigo? Esta es una pregunta aparentemente muy compleja y que, sin embargo, se corresponde con una respuesta especialmente sencilla: “la diferencia que tú le des”.
En materia de sexualidad y de pareja hay poco innato o predefinido. Nuestros genes o nuestra constitución física tan sólo nos facilitan un granito de la enorme montaña de arena que engloba nuestra sexualidad. En este sentido, casi todo es aprendido, es decir, que casi todo depende de nuestra forma de ver las cosas, de lo que esperamos, de la forma que tenemos de explicar las situaciones y de nuestros hábitos y pensamiento.
La distinción entre “sexo” y “amistad” es completamente artificial. La realidad es mucho más compleja y rica. Asumir que estas diferencias existen y actuar en concordancia, limita en gran medida las posibilidades de disfrute sexual.
Nuestra forma de ver las cosas
Las personas tenemos gustos e intereses que habitualmente guían nuestra atención. De esta manera si desde siempre le han gustado los chicos morenos, altos, serios y fortachones, es posible que me fije con mayor facilidad en Carlos, quien posee todos estos atributos.
Pero nuestra atención también guía nuestros afectos. Nos agrada aquello en lo cual nos fijamos, bien por su carácter extraordinario, bien porque representa la ternura de lo familiar.
Así, un amigo es probable que acabe resultando atractivo. Su cercanía, ternura, calor y aprecio, son cualidades bien deseables de cara a la relación sexual.
Lo que esperamos
Este es uno de los grandes factores condicionantes de nuestra sexualidad. Si esperamos un acercamiento de alguien o consideramos posible la relación sexual, aparece cierta tensión ambiental que facilita la picaresca de miradas y el acercamiento y contacto corporal.
La forma que tenemos de explicar las situaciones
Ante cualquier situación caben múltiples interpretaciones. Una insinuación puede explicarse como un juego amistoso, una “proposición indecente”, un cumplido o como un acercamiento erótico. La forma en que expliquemos las situaciones condiciona nuestras reacciones y sentimientos.
Nuestros hábitos
Ante determinadas situaciones similares solemos reaccionar de forma parecida. Estas reacciones automáticas constituyen los hábitos. Los hábitos repercuten en nuestra forma de pensar, sentir y de apreciar las cosas.
Por ejemplo, no es igualmente fácil disfrutar del sexo para una persona que habitualmente responde con indiferencia a las provocaciones de su compañero, que para otra que tiende a seguir el juego y facilitar el camino.
Si estamos habituados a reaccionar con frialdad, rigidez y excesivo autocontrol ante nuestros amigos, nos costará más comunicarnos eróticamente con ellos.
Nuestro pensamiento
Para cada cual, la sexualidad se explica de manera diferente; es decir, posee diferentes significados. Para unos se asocia con un comportamiento salvaje y desinhibido, mientras que para otros es ante todo ternura e intimidad. Para la mayoría de las personas es una mezcla de ambas cosas. Somos seres muy variables.
Si usted escucha la palabra sexo ¿qué pensamientos o imágenes le vienen a la cabeza? Difícilmente coincidirán con las de su compañero o cualquier otro semejante. Estas imágenes, muy condicionadas por nuestra experiencia personal, influyen mucho en nuestra vida sexual.
Recomendaciones finales
Cada persona es un mundo. Todos creamos nuestra propia sexualidad y tenemos la posibilidad de cambiarla. Nuestra satisfacción es lo primero.
Ante ello, tan sólo podemos recomendarle que no se cierre a las diferentes posibilidades. La sexualidad es creatividad y diversión, un juego de niños, ante el cual toda rigidez e imposición es especialmente dañina. Todos somos diferentes y ahí está gran parte de la gracia.
Si así lo desea, acérquese a sus amigos, juegue con ellos y disfrute de su compañía. Su cuerpo le dirá si es deseable una mayor intimidad. …¿Por qué no?