Llevar una vida físicamente activa produce numerosos beneficios, tanto
físicos como psicológicos para la salud. Por el contrario, lo que está
demostrado es que el sedentarismo supone un factor de riesgo para el desarrollo
de numerosas enfermedades crónicas.
La actividad física se relaciona con la totalidad de la energía que se gasta al
moverse. Hay varias palabras o términos que se refieren a la actividad física
similares entre sí, pero que pueden expresar ciertas diferencias. Así por
ejemplo, actividad física en sí misma incluye actividades cotidianas en las que
hay que mover el cuerpo, como andar, montar en bicicleta, subir escaleras,
hacer las tareas del hogar, ir a la compra, etc. Probablemente estas
actividades en la mayoría de la población, forman parte de su rutina. Si esa
actividad se planifica y se estructura con el fin de estar en forma, ya se
denomina ejercicio físico. Este ejercicio puede incluir andar a paso ligero, la
bicicleta, el aeróbic, juegos, y quizás algunas aficiones activas como la
jardinería. Cuando se habla de deporte, ya entra la competición y las normas,
aunque lógicamente es también ejercicio físico. Con todas estas actividades lo
que se consigue es estar en forma física, que es un termino que se asocia con
la resistencia, flexibilidad, fuerza, todos atributos de la persona.
El ser humano necesita realizar algún tipo de ejercicio físico para estar
funcional y evitar enfermedades. Necesitamos movernos y gastar energía. Según
el Dr. K. H. Cooper el ejercicio físico es “el método para poner más años
en su vida y más vida en sus años”. Esto significa que la actividad física
no sólo puede añadir años de vida, sino que también añade calidad de vida a
esos años. Todos podemos beneficiarnos si aumentamos nuestra actividad física.
Sin embargo y aun sabiendo todo esto, el mundo actual y los avances de la vida
moderna favorecen más el sedentarismo.
Se recomienda que, al menos, se realicen actividades físicas con niveles
moderados de intensidad. Es más fácil que un mayor porcentaje de la población
realice actividades físicas moderadas, como caminar a paso ligero, ya que este
tipo de ejercicios se pueden incorporar más fácilmente a las rutinas diarias y
exigen menos esfuerzo físico, incluso dividido en dos o tres espacios más
cortos de tiempo puede ser casi igual de efectivo y más fácil de sobrellevar si
se realiza diariamente.