La mujer embarazada sufre una serie de cambios, en los cuales la alimentación es esencial en el
mantenimiento del embarazo y el desarrollo del feto.
La dieta debe seguir siendo variada y debe incluir todos los alimentos de la pirámide, aunque
variando el número de raciones, para cubrir sus necesidades nutricionales: aumento de las
necesidades energéticas, de calcio, de ácido fólico (su deficiencia durante la gestación se asocia al
desarrollo de defectos del tubo neural), de hierro, de yodo (su crencia compromete el desarrollo
neurológico fetal), etc.
El embarazo no es una enfermedad, pero puede constituir una situación de riesgo nutricional, por eso las
embarazadas han de estar controladas, evaluando la historia dietética prvia, valorando la ingesta de los
diferentes grupos de alimentos y controlar los trastornos en la conducta alimentaria.
CONSEJOS PRÁCTICOS PARA EVITAR PROBLEMAS GASTROINTESTINALES:
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Tomar comidas ligeras, frecuentes y poco copiosas.
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Beber mucho e ingerir fibra para evitar el estreñimiento.
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Tomar alimentos secos: pan tostado, galletas… antes de levantarse para evitar náuseas.
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Comer lentamente, masticar despacio.
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No picar entre horas.
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Cocinar con técnicas culinarias sencillas.
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Evitar alimentos grasos y de difícil digestión.
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No tomar cafeína.
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Antojos: Durante
el embarazo se pueden experimentar cambios en la apetencias,
preferencias y aversiones, que suelen deberse a cambios hormonales. No
tienen mayor importancia si no alteran el patrón normal de alimentación
y no restringe la ingesta de gran variedad de alimentos. -
Acidez: Evitar grandes volúmenes de comida y hacer más tomas. Comer despacio y no tumbarse después de las comidas.
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Estreñimiento: Beber mucho y tomar mucha fibra son los mejores consejos dietéticos; también es conveniente pasear.