La fibra alimentaria se define como “residuo vegetal no
digerible”. Se encuentra en la pared de las células vegetales: legumbres,
cereales integrales, verduras, hortalizas, frutos secos y frutas.
Existe una asociación entre la incidencia de enfermedades cardiovasculares y
ciertos tipos de cáncer y las poblaciones que tienen dietas pobres en fibras.
Esta es la razón de que se pretenda estimular el consumo de alimentos ricos en
esta sustancia.
La ingesta recomendada de fibra se establece en 16 – 24 gramos, que es fácil
de alcanzar cuando en nuestra alimentación predominan los vegetales y se sigue
la recomendación de “5 al día”.
La alimentación de los españoles, actualmente, es deficiente en fibra porque
la mayoría de los alimentos consumidos están muy refinados. Este hecho hace que
el estreñimiento sea una dolencia común en la población, que hay que
prevenir.
Los alimentos ricos en fibra (pan integral, por ejemplo) tienen un alto
poder saciante que nos ayuda a combatir la obesidad. Finalmente, el consumo
excesivo de fibra puede interferir la absorción de tan importantes minerales
como el hierro y el calcio al formar compuestos que la disminuyen o
impiden.
Una vez más ajustarse a la normalidad de las raciones nos conduce al equilibrio
de la dieta.