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El valor nutritivo de los quesos es incuestionable, fundamentalmente por la
riqueza en proteínas y calcio (véase tabla), pero su elevado contenido calórico
y graso (entre el 22 y el 50 %) puede ser un inconveniente. A pesar de la gran
variedad de quesos que existen los que mejor se digieren son los menos curados,
entre los que figuran los del tipo Burgos y el requesón. Les siguen los de
pasta más dura, como el manchego, el gruyère, el emmental y el parmesano. La
moderación es la norma que debe seguirse en el consumo de quesos, cualquiera
que sea la clase a la que pertenecen.

Cuanto más curado es un queso más grasa contiene, por eso su consumo debe ser
limitado, sobre todo en personas con obesidad y/o colesterol elevado. Siempre
que se consuma queso debe ser en lugar de la porción de carne, pescado o
huevos. Así no se incrementarán las proteínas y las grasas.

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