El espíritu navideño. Primer paso a la madurez
Para los niños de corta edad, las navidades se suelen convertir en una de las épocas más felices del año.
Pero a medida que van creciendo, esta ilusión va menguado hasta llegar a algunos casos en los que prácticamente desaparece.
Para todas las madres y padres es duro ver como sus hijos, cuando llegan a la adolescencia, empiezan a perder la ilusión por las fiestas navideñas. Y es que ya se sabe, los chicos y chicas, cuando llegan a esa edad conflictiva, se ilusionan e involucran con muy pocas cosas, y por desgracia, la navidad no suele estar entre ellas.
Si te niegas a que esto ocurra con tus hijos, te vamos a dar una serie de consejillos que puede que te ayuden a intentar recuperar el espíritu navideños de tus hijos.
Varios consejos útiles
Empezaremos por contar con nuestros hijos desde el principio, en cuanto empecemos a organizar algo. No les debemos dejar al margen de los preparativos ni permitir que se lo encuentren todo hecho bajo ningún concepto.
Debemos solicitar su colaboración en la elección y la compra de regalos y, por qué no, en algún aspecto práctico. Escuchemos con atención sus opiniones sobre todos los aspectos. De este modo se sentirá útil y cogerá estas fiestas con más entusiasmo.
Hagámosles responsables del aspecto lúdico de las fiestas: sorpresas, juegos, decoración…
Admitamos que sus gustos con el vestir no concuerdan con los nuestros. Si han escogido un atuendo que nos disgusta mucho para alguna de las celebraciones, evitemos hacer comentarios despectivos al respecto y propongamos una alternativa que les pueda gustar. Nunca debemos intentar que se vistan a nuestra manera.
Pactemos con ellos dialogando todo lo referente a salidas: amigos, lugares, hora de vuelta a casa… Negociar previamente las horas de entrada y salida antes de que lleguen las fiestas. En estas fechas las normas pueden cambiar y es conveniente conocerlas con antelación pues ya debes saber que en “caliente” es mucho más difícil razonar con los hijos.
Debemos mostrarnos dispuestos a cambiar aspectos que, hasta ahora, parecían inamovibles. Aceptemos, o como mínimo escuchemos, las innovaciones que propongan nuestros hijos.
Por último, pero no por ellos menos importante, debemos intentar que los regalos sean de su gusto y no del nuestro. Si hacemos pequeños obsequios en casa e invita a sus amigos o a su amiguito/a, no olvidemos incluirlos entre los receptores de regalos.