Llega el mes de septiembre y con él, de nuevo, la vuelta a las aulas de tu hija o hijo. Que se trate de la primera vez o ya se haya repetido la experiencia, cada año sientes cómo dentro de ti se agolpan una serie de sentimientos contradictorios.
Por una parte, te llena de orgullo ver cómo tu retoño va creciendo, aprendiendo y relacionándose con los demás. Pero, por otra, puede angustiarte no tenerle siempre contigo, a tu lado, confiando su bienestar a terceras personas que sin duda son muy competentes, pero también lejanas y ajenas.
Igual que te ocurre a ti, para tu hija o hijo el inicio del curso escolar también resulta una experiencia que supone un gran esfuerzo tanto físico como psíquico e intelectual. Por ello debes prestar mucha atención a sus necesidades y ayudarle a superar con éxito esta nueva etapa.
Para facilitarte un poco esta tarea, te ofrecemos una serie de artículos donde encontrarás pautas a tener muy en cuenta para que tu pequeño o tu pequeña escolar viva esta experiencia con alegría, salud y muchas ganas de aprender.
Elegir el mejor colegio
El primer paso para empezar con buen pie es, sin duda alguna, la elección del centro. De ello depende que el desarrollo educativo de tu hija o hijo sea satisfactorio.
Si quieres acertar, no debes basar tu elección en criterios como la situación geográfica de la escuela, su arquitectura o si es pública o privada. Es mucho más importante que te fijes en aspectos como el interés que el profesorado tiene en sus alumnos/as y las oportunidades que se les dan para despertar sus ganas de aprender.
Aunque es conveniente que tu hija/o aprenda contenidos, lo es aun más que sepa cómo estructurar y entender realmente esos conocimientos para aplicarlos a su vida diaria. En definitiva, los profesores han de enseñar cómo aprender.
Es también muy importante que la educación que está recibiendo tu hija/o en casa esté en sintonía y sea compatible con el método empleado en el centro escolar.
El periodo de adaptación
Una vez hayas elegido el colegio que piensas más le conviene, empieza el periodo de adaptación que tu pequeño/a necesita para habituarse a la nueva situación.
Si tu hija o hijo no ha pasado por la etapa de preescolar y empieza directamente en primaria, es recomendable que le lleves al centro antes que empiece el curso para que tome contacto con el lugar y con los profesores.
Cuando antes de pasar a primaria ya ha estado en preescolar, este cambio también requiere de un tiempo de aclimatación, ya que, en algunos casos, el nuevo centro y los nuevos educadores hacen que tu hija o hijo se sienta en un primer momento desorientado/a.
Si después de este periodo, continúa reaccionando con rechazo cuando tiene que ir al colegio, habla con él o ella de forma franca y abierta para averiguar los motivos. Consultar con los profesores el problema también facilitará las cosas a la hora de encontrar una solución.
Una vez que tu hijo/a se ha habituado a su colegio y al ritmo impuesto por los profesores, debes hacer todo lo posible para que acuda cada día a la escuela cargado/a de energía y ganas de aprender. Para conseguir un buen rendimiento, es necesario que se alimente correctamente, duerma lo suficiente y mantenga un horario equilibrado de actividades diarias.
Controla su alimentación
Has de hacerle entender lo importante que es llevar una dieta equilibrada para la salud. Una alimentación sana es lo más beneficioso para su crecimiento y para mejorar su rendimiento intelectual.
Los alimentos más indicados, tanto durante la etapa escolar como en el periodo de vacaciones, son el grupo de los carbohidratos (o hidratos de carbono) como las legumbres, las patatas, las sopas y las pastas. También es necesario que tomen cantidades adecuadas de carne, pescado, fruta y verdura. Una alimentación correcta es aquella que contiene grandes cantidades de sodio, potasio, fósforo, magnesio y hierro.
La leche y los derivados lácteos como el queso, la mantequilla y el yogur, son alimentos a los que podemos darle la categoría de imprescindibles, pues tienen un alto contenido en calcio, un mineral muy necesario para fortalecer los huesos de tu pequeño/a. Medio litro de leche diario (entera o semi desnatada), o su equivalente en derivados, bastará para cubrir las necesidades de calcio.
Procura evitar que coman grandes cantidades de golosinas, bollería y productos de pastelería, porque contienen una elevada cantidad de colesterol. Los platos precocinados tampoco les benefician en nada.
No es recomendable que abusen de los refrescos ni de las bebidas que contienen cola. Estos productos favorecen la obesidad, quitan el apetito y pueden trastornar el sueño.
Si la alimentación es correcta, no es necesario complementarla con complejos vitamínicos. Las vitaminas y los minerales administrados sin ninguna causa, no evitan las enfermedades ni logran mejorar el rendimiento escolar de tu hijo/a.
Dulces sueños…
Tu hijo/a, cuando está en la etapa escolar, necesita dormir lo suficiente para reponer toda la energía gastada durante el día. Según su edad, el tiempo que ha de dedicarle al descanso varía.
De los cinco a los ocho años, es recomendable que duerma entre 11 y 12 horas.
Cuando ha cumplido nueve o diez años, el tiempo se rebaja en una hora. Por lo tanto, debe dedicarle al sueño de 10 a 11 horas.
Si ya es un poco más mayor, de once a trece años, tendrá suficiente con 9 o 10 horas.
De catorce en adelante, dormir 8 0 9 horas es lo más conveniente.
Suficientes horas para todo
Confeccionar un horario dónde se reflejen las actividades diarias de tu hijo/a y el tiempo que es conveniente dedicarle a cada una de ellas, es muy importante para mantener un cierto orden en su rutina y, sobre todo, para repartir equilibradamente las 24 horas del día.
Si quieres conseguir que el sueño de tu pequeño/a sea regular, es necesario que le fijes una hora para irse a la cama.
Pacta con él o ella el tiempo que tiene para ver la televisión. Procura que sea razonable.
Las horas de estudio también deben estar perfectamente determinadas. Según el curso en el que se encuentre, el tiempo necesario para hacer sus deberes y repasar las asignaturas variará, aumentando cuando la dificultad de las tareas es mayor.
No puedes olvidar la importancia del juego y el recreo. Tu hijo/a necesita divertirse, correr, saltar y relacionarse con los demás niños y niñas para crecer sano y feliz. Si aun no ha cumplido los seis años, se merece seis horas de descanso. De los cinco a los nueve, el tiempo de expansión se reduce a cinco horas. Cuando ha cumplido los trece, su tiempo libre debe ser de, aproximadamente, tres horas. Una vez ha llegado a la adolescencia, con dos horas y media hay más que suficiente.