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Se muestran desmotivados, descontentos, al margen de todo, como si el mundo estuviese en su contra y les hubiese declarado una guerra. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo evitar su aislamiento y hacer que recuperen el interés?

Tu hijo ha dejado de ser un niño, pero todavía no es un hombre. Está en esa etapa de la vida en la que los cambios se acontecen sin pausa (cambios hormonales, nuevas responsabilidades, preocupaciones sociales, sensación de desamparo e indefensión ) Cambios y más cambios que a todos los adolescentes les cuesta asumir porque vienen de golpe y son demasiados. Y por ello parecen creer que todo y todos van en su contra, sobre todo la familia, que considera les propina reprimendas que no merecen, por lo que se sienten aún más incomprendidos y buscan refugio en otro sitio. ¿Sus preocupaciones? Los amigos, la televisión y “su propio mundo” (su intimidad, sus “secretos”, su cuarto, a ser posible individual ), en el que nadie debe interferir sin permiso. Nunca.

adolescentes


Son todos cambios propios de la edad que, afortunadamente, no afectan a todos los adolescentes por igual. Pero tampoco existen fórmulas mágicas que ayuden a mitigar sus efectos que, en los peores casos, se traducen en: rebeldía, enfrentamiento a los padres, aislamiento, falta de interés, pasotismo, indiferencia social… ante los que no se sabe cómo actuar: enfrentándose a ellos o asumiéndolos esperando que pasen.

Nuestro consejo es que si quieres ayudar a tu hijo seas, ante todo, comprensiva/o porque, aunque ni él mismo lo crea, os necesita más que nunca, y generalmente más a la madre. No obstante, recuerda que eso no significa que debas atosigarle a preguntas y consejos ya que, sobre todo en esta edad, es fácil que acabe pensando que su madre es una pesada o, como ellos mismos dicen, bastante “plasta”. No se trata de que adoptes el rol de la “madre-amiga” que a tantos adolescentes, especialmente a los chicos, agobia. Basta con que estés a su lado pero que le dejes tener su propia vida.

Tu hijo está en una edad en la que necesita despegarse de los padres, hacer amigos fuera de casa, fomentar su independencia y creerse autosuficiente.

Por este motivo, debes darle la libertad suficiente para que sea él mismo quien elija y quien recurra a ti para pedirte consejo o ayuda. De poco o nada valen las advertencias, ha de ser él mismo quien aprenda, quien experimente, quien pruebe las cosas por sí mismo. Deja que vuele, pero manteniéndote atenta a su “vuelo”, sin cortarle las alas. Por este motivo, toma nota de algunos consejos prácticos que le ayuden a salir del cascarón y a sentirse útil y con ganas de participar:

  • Motívale proponiéndole que desarrolle aquellas facetas que más le interesan (si le gusta la pintura, pídele por ejemplo que decore una habitación), eso le hará ganar confianza y sentirse “mayor” e importante. Justo lo que necesita.
  • Respeta su intimidad y nunca registres su cuarto. Necesita su propio espacio, en el que nadie (y menos su madre) interfiera.
  • Déjale que sea él quien escoja sus propios amigos y no le presiones a preguntas sobre sus familias, dónde viven, si son estudiosos… debes confiar en él y en sus propias decisiones.
  • Pregúntale acerca de temas de interés familiar de manera que vea que su opinión importa y es considerada.
  • No le trates como a un niño mostrándote excesivamente preocupada por si tiene frío, si lleva dinero cuando sale de casa… basta con que le hagas saber que cuentas con que él es suficientemente mayor como para tener esas cosas en mente.
  • Hazle saber que ya es mayor y que, por tanto, debe comenzar a asumir las responsabilidades de sus actos, pero sin reprimendas. Sólo así verá que confías en él y que, por lo tanto, debe dejar el listón bien alto para no defraudarte.
  • Déjale a solas consigo mismo. Que esté solo no significa que esté desatendido, preocupado o incómodo. Muchos adolescentes buscan momentos de intimidad absoluta porque necesitan que necesitan respirar de tanta atención familiar, escolar, social… dale tiempo.
  • Por último, sólo aconsejarte PACIENCIA. Piensa que se trata de sólo una etapa, en la que tú tienes mucho que aportar. Escúchale y sé su amiga. Pero sin presionar y forzar conversaciones. Deja que sea él quien te busque y dale tiempo a que desarrolle todo su potencial. Está en ello.
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