En la sociedad actual las aceleradas transformaciones
científicas, tecnológicas y sociales no han llevado a replantear la educación
desde una óptica diferente a la de épocas anteriores, que determina cambios
e innovaciones.
Estos cambios implican la conformación de nuevas
formas de encarar los procesos de enseñanza y de aprendizaje en la búsqueda
de elevar la calidad educativa, lo que se concreta en el análisis y revisión
de diferentes e importantes aspectos tales como las renovaciones curriculares,
la elaboración de proyectos específicos, la individualización, atención a las
necesidades educativas especiales, el tratamiento de la diversidad.
La tarea fundamental de la educación es formar
hombre y mujeres activos con capacidad crítica, autónomos y responsables para
convivir en forma consciente en la sociedad, capaces de evolucionar y adaptarse
a la compleja realidad del mundo contemporáneo, a un mundo en rápida mutación.
Esto implica el desafío de lograr un grado suficiente
de diversificación para que la acción educativa no se constituya en un factor
de exclusión social, sino en un factor de cohesión en la dinámica social de
nuestra sociedad democrática.
Para ello es necesario una enseñanza personalizada,
donde se respeta la individualidad, una enseñanza que contempla la valorización
del pluralismo cultural, que atienda las desigualdades, que contemple el derecho
a la educación de todos cada uno de los niños y niñas uruguayos, sean cuales
sean sus características y necesidades.
El respeto a las diferencias y el enriquecimiento
mutuo con las mismas debe constituir un planteamiento educativo básico. De hecho
ofrecer calidad educativa no es dar a todos lo mismo, sino dar a cada uno lo
que necesite.
Con este propósito debe sustituirse la lógica
de la homogeneidad por la lógica de la diversidad (A. Pérez Gómez – 1995).
El acceso del niño a la institución educativa
está presidido por la diversidad de su desarrollo cognitivo afectivo y social,
en virtud de su propia matriz de desarrollo y de la cantidad y calidad de sus
experiencias e intercambios sociales previos. El grupo de alumnos constituye
pues un conjunto de individualidades, en función de las condiciones y oportunidades
que se las han ofrecido en sus contextos de desarrollo a lo largo de su historia
personal.
No hay grupos homogéneos de aprendizaje, los
alumnos son diferentes en sus capacidades, motivaciones e intereses. Estos tres
elementos son interdependientes e interactúan en las situaciones de aprendizaje.
Lo que implica un complejo reto didáctico que requiere flexibilidad, diversidad
y pluralidad organizativa y metodológica. Ante ello debemos proporcionar una
propuesta educativa acorde a la diversidad de los alumnos, entendida como la
oportuna diversificación de los procesos a efectos de que todos ellos alcancen
los objetivos considerados necesarios para su aprendizaje desarrollante.
Debemos aplicar un modelo didáctico flexible
y plural que permita atender las diferencias de origen, de modo que el acceso
a la cultura se adecúe a la exigencias , ritmos, motivaciones, intereses y capacidades
iniciales de los educandos. En el concepto de diversidad consideramos tanto
lo que tiene su origen en las diferencias personales, la de grupos sociales,
así como la que se genera en los grupos de imaginación, o en las deficiencias
físicas o psicológicas hereditarias o adquiridas.
La diversidad no puede definirse unilateralmente,
destacando la diferencia como propia de una sola condición (sexo, capacidad,
ritmo de aprendizaje, lugar de procedencia, etc), sino como fruto de combinaciones
peculiares y complejas de las condiciones internas y externas que confluyen
en cada educando. Debemos distinguir la diferencia conceptual entre diversidad
y desigualdad, reconocer que a través de procesos formalmente homogéneos se
producen resultados heterogéneos y a la inversa, que para obtener resultados
homogéneos es preciso en muchos casos aceptar y promover la diversidad a nivel
de los procesos.
En síntesis la integración educativa y la equidad
social suponen eliminar la desigualdad, pero no la diversidad (J.C. Tedesko
1993). Se trata de mejorar la equidad ofreciendo un servicio educativo de calidad
a los sectores más carenciados (marginados, población en condiciones de pobreza,
niño con necesidades espaciales, etc) de manera que les permita la adquisición
de competencias socialmente significativas, fundamentadas en la aplicación del
criterio de la satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje. Promoviendo
así acciones para la reducción de las desigualdades de acuerdo al criterio de
discriminación positiva a efectos de realmente consolidar los principios democráticos
y de igualdad de derechos.
En la etapa de la Educación Inicial es más evidente
que en otras la necesidad de atender la diversidad de los alumnos, debido a
diferentes razones:
– Las grandes diferencias existentes entre niños
de una misma edad, ya que los cambios son muy importantes en un año de vida
en este período.
– La mayor evidencia de la influencia del marco
familiar en estas edades lo que determina que niños procedentes de diferentes
familias muestren capacidades y comportamientos muy variados.
– La heterogeneidad del acceso escolar conviviendo
niños con escolaridad previa bien adaptados con otros que recién empiezan. –
La mayor aceptación de niños con necesidades educativas especiales en este nivel.
– Una mayor predisposición en esta etapa para
aceptar las diferencias entre los niños como algo maternal y a partir de la
cual hay que trabajar. Esto ha promovido que tradicionalmente en las instituciones
de Educación Inicial la práctica educativa se haya organizado, y se organice
teniendo en cuenta elementos básicos de una pedagogía de la diversidad.
– Flexibilizando la organización de tiempos,
espacios y agrupamientos.
– Priorizando el afecto como factor fundamental
en el vínculo maestro-niño.
– Aplicando prácticas pedagógicas generadoras
de la autonomía y la autoestima.
– Promoviendo el juego y el goce de aprender
como real estrategia de aprendizaje.
– Propiciando actividades autoestructurantes
e interactivas.
– Diversificando metodologías y situaciones de
aprendizaje y creando situaciones que ayuden a avanzar en una doble perspectiva:
individual y social.
– Respetando los diferentes ritmos y estilos
cognitivos garantizando la integridad psicológica de los alumnos, impulsando
al máximo su potencial de desarrollo.
– Teniendo expectativas positivas de los logros
a alcanzar.
– Desarrollando una eficaz comunicación y relación
con los padres, promoviendo su colaboración y compromiso en la educación de
sus hijos, integrando así a la familia en la propuesta educativa.
– Propiciando diferentes ámbitos de intervención
que requieren muchas veces la actuación conjunta del docente y el especialista
en forma complementaria, así como ámbitos de trabajo asumidos básicamente por
el especialista.
– Desarrollando una gestión responsable por los
procesos y los resultados, resignificando la importancia de la evaluación permanente.
Emprendiendo en suma distintas acciones que tienden
a demostrar que es posible lograr una aproximación a la excelencia en los aprendizajes
para todos los niños dando posibilidad de aprender a conocer, aprender a ser,
aprender a hacer y aprender a vivir juntos.
Acciones que permiten apuntar a la lógica de
la diversidad, donde se busquen estrategias que implican un verdadero reto didáctico
y exigen una pronta toma de decisiones.
En resumen desarrollando una actitud de investigación,
análisis y reflexión de la tarea educativa para entender y atender a la diversidad.
Colegas: Debemos de renovar nuestro entusiasmo para llevar adelante la acción,
para alcanzar los objetivos que se le exigen a la educación en vísperas del
nuevo siglo.
“Paliar en parte los efectos
de la desigualdad y preparar a cada individuo par luchar y defenderse en las
mejores condiciones en el escenario social es el reto educativo de la escuela
contemporánea”.
A. Pérez Gómez