¿Te acuerdas cómo lo pasaste la primera vez que tuviste la menstruación?
Seguro que tuviste un montón de dudas, te sentías deprimida y no sabías con quien hablar…
Bueno pues ahora piensa que tu hija adolescente se siente como tú ante este momento crucial de su vida, así que te vamos a dar unas ideas de lo que debes hacer…
La llegada de la primera menstruación supone en muchas culturas un momento muy importante en la vida de las adolescentes. En occidente no se celebra con fiestas ni ritos, pero es igualmente trascendente ya que es el paso de la niñez a la vida casi adulta.
La época de la vida en que este cambio se produce es la pubertad y suele oscilar entre los 10 y los 16 años, los cambios físicos y psíquicos en este momento van a ser radicales.
Más tarde de los 16 años comienza a ser preocupante que no haya aparecido. Las causas pueden ser la mala alimentación, carencia de vitaminas o alguna enfermedad por lo que convendría consultar con algún médico.
El cuerpo comienza a producir hormonas y se estimula el desarrollo de los ovarios que darán lugar a la primera menstruación. En este momento comienza la época reproductiva de la mujer. Como en todo proceso aquí también existen unos síntomas que anticipan la llegada de la primera menstruación. Las madres los notarán rápidamente.
Como hemos dicho las hormonas estimulan la maduración de las mamas, los ovarios, el útero y la vagina, además de aparecer el vello púbico y axilar. A parte de los cambios físicos se producen también cambios anímicos, la sensibilidad aumenta y se produce una variación en el humor.
Debemos tener en cuenta que la niña estará perdida por lo que es muy importante que hablemos con ella. Generalmente sois las madres las que informan y dan ánimos a las hijas porque tienen experiencia y ya han pasado por lo mismo.
Lo primero de todo es darle confianza. En muchos casos las niñas pueden sentir vergüenza a hablar del tema, así que las madres debéis darles confianza para que se animen a contaros todo lo que les pasa y sienten.
Si les dais confianza os ganaréis a vuestras hijas y recurrirán siempre a vosotras cuando a lo largo de la vida tengan cualquier problema. Merece la pena, ¿verdad?