Según tu situación particular, es posible que tengas que adaptarte a
muchos cambios.
Por ejemplo, es posible que tengas que mudarte, cambiar
de escuela, pasar tiempo con tus padres por separado y, posiblemente,
hacer frente a los sentimientos desagradables de uno de tus padres
hacia el otro.
Es posible que tus padres vayan a juicio para determinar quién se
queda con tu custodia. Quizás acabes viviendo con uno de ellos la mayor
parte del tiempo y visites al otro, o tal vez tus padres dividan
equitativamente el tiempo que pasan contigo.
Algunos adolescentes tienen que viajar entre los lugares de
residencia de sus padres y eso puede plantearles algunos problemas,
tanto desde el punto de vista social como desde el estrictamente
práctico. Pero, con el tiempo, crearás una nueva rutina que funcionará.
Normalmente, completar los trámites de la custodia lleva un tiempo.
Esto permite que todos los miembros de la familia tengan tiempo para
adaptarse a los grandes cambios y que descubran juntos qué es lo que
funciona mejor.
La situación económica de tus padres también puede verse afectada.
Es posible que un progenitor que no trabajaba mientras estaba casado
tenga que buscar trabajo para poder pagar el alquiler o la hipoteca.
Tal vez tu progenitor esté entusiasmado, pero es posible que también
esté nervioso o se sienta presionado por su situación financiera. El
divorcio también implica gastos, desde los honorarios de los abogados
hasta el costo del traslado a una nueva casa.
Es posible que tu familia no pueda permitirse todas las cosas a las
que estabas acostumbrado antes del divorcio. Éste es uno de los cambios
complejos que suelen estar asociados al divorcio.
También puede haber
cambios positivos, pero la manera de afrontar los cambios estresantes
depende de tu situación, tu personalidad y la red de contención que
tengas.