Lo que siempre tenemos que tener claro es que ésta no es una empresa en la que debamos apresurarnos. Si no encontramos nuestra identidad, busquemos entre diferentes opciones, porque siempre va a ser el resultado de lo que hemos sido y de lo que queremos ser (personal, laboral, social y sexualmente). Por eso debemos tener claro qué deseamos para nuestro futuro. Pero siempre sin prisas.
Uno de los principales recursos para buscar nuestra propia identidad es el reflejo que obtenemos de nosotros mismos en nuestros amigos.
Es importante tener amigos a los que respetemos y en los que confiemos, para aprender qué somos y en qué nos estamos convirtiendo. Se ha de buscar la verdadera amistad y no el grupo de diversión sin verdadero contacto personal u otro tipo de grupos en los que tampoco exista esa comunicación tan personal, o en los que no sea sincera.
Es por ello que muchos jóvenes se ven arrastrados por las sectas. Buscan una identidad, unos valores, y allí están ellas para tratar de inculcar aquellos que más les conviene.
En esta etapa se buscan modelos a seguir (padres, escritores, cantantes…). Debemos evaluar estos modelos y no elegirlos porque la sociedad o la publicidad nos los imponga o por otro tipo de razones no meditadas.
Si necesitamos un modelo, es preferible elegir aquel que tenga las cualidades que deseamos desarrollar en nuestro camino hacia la vida adulta. Cualidades que, realistamente, estén a nuestro alcance.
Nunca debemos precipitarnos a la hora de tomar decisiones. Si nos tomamos el tiempo necesario, nos conoceremos mejor a nosotros mismos y a nuestra realidad. Podemos encontrar modelos adecuados y valores con los que identificarnos más acordes a nosotros.
Poco a poco, y sin prisas, podemos ir realizando un proyecto personal de vida, es decir, a través de lo que somos y de lo que queremos ser, elaborar una especie de plan sobre cómo queremos que se desarrolle nuestra vida (qué trabajo nos parece el más adecuado para nosotros, qué valores defenderemos, qué tipo de sexualidad elegiremos…).