La sal forma parte de los nutrientes fundamentales, sin
embargo habitualmente se consume en cantidad muy por encima de la
aconsejada, lo que favorece la aparición de hipertensión arterial. Es
aconsejable tomar sal de forma moderada.
El consumo de sal supera ampliamente las necesidades de la población, pero
no cabe duda de que existe una gran apetencia por los alimentos salados porque
éste sabor contribuye a hacer más apetecible la comida.
Se puede aprender a comer con menos sal pero hay que iniciar este hábito desde
la infancia. Los alimentos contienen, en su composición natural, cantidades
variables de sal (cloruro sódico). Las personas corrigen el contenido de sal
del alimento añadiéndola en la preparación culinaria y ese es el hábito que
debe educarse.
La Organización Mundial de la Salud recomienda no tomar más de 5 gramos de sal
diarios porque el exceso de este producto en la dieta se asocia con
hipertensión, tan frecuente en nuestro país, y factor de riesgo de las
enfermedades cardiovasculares. Se calcula que en España cada persona consume 11
g. de sal día por término medio.
Se puede conocer el contenido de sal de un alimento consultando la etiqueta que
lo acompaña donde viene recogido bajo la expresión “Cloruro Sódico”, o
“Sodio”. La cantidad de sal es equivalente a multiplicar la cantidad de
sodio por 2,5.
A partir de este dato hay que ser moderado en el consumo de aquellos alimentos
que sus formas de presentación tienen un alto contenido de sal, como pescados
en salazón, conservas, platos preparados, “snacks”, etc.
Una manera de sustituir la sal en la comida es incorporar hierbas y especias
aromáticas.
Ser muy estrictos en el uso de sal, en especial con los ancianos y sin una
causa que lo justifique, puede crearles inapetencia si estaban acostumbrados a
comidas sabrosas. Debe pues valorarse muy bien la restricción.
Lo importante es disfrutar del sabor natural de los alimentos, y para ello no
es necesario abusar de la sal.