Los alimentos irradiados presentan el mismo aspecto que los demás y esto
es precisamente lo preocupante.
En el proceso de irradiación, el alimento es bombardeado con niveles
bajos de radiactividad emitidos a partir de un isótopo radiactivo..
El propósito es matar bacterias, hongos, insectos y muchos otros seres
vivientes indeseables que pueden provocar enfermedades. El alimento no
llega a ser radiactivo; sin embargo, la irradiación puede provocar otros
cambios en la estructura molecular del alimento, en particular un aumento
de los radicales libres (las moléculas inestables que causan la mutación
de las células normales). Aunque, como señalan los defensores de la
irradiación, los carcinógenos se producen en forma natural en muchos
alimentos, hay que advertir que es un despropósito tomarse la molestia de
incrementar la cantidad de carcinógenos en la dieta.
Las amas de casa incluyen, en su cesta de la compra, productos tan
habituales y comunes en la alimentación como son: frutas tropicales
(kiwis, mango, papaya), otras frutas (fresones, fresas), productos cárnicos
de volatería (pollos, pavos, perdices…), crustáceos, plantas
medicinales, especias y aromatizantes (canela, nuez moscada, pimienta,…), frutos
secos (cacahuetes, almendras…), legumbres, hortalizas (patatas,
cebollas, ajos…) y pescados secos. Pues bien, todos estos productos, sin
que ellas lo sepan, son habitualmente sometidos a diferentes fuentes de
radiaciones: rayos X, electrones acelerados y rayos gamma, como los más
corrientes.
La radiación inhibe, por ejemplo, la germinación de las patatas, las
cebollas y los ajos, lo cual permite prolongar durante más tiempo el
almacenamiento.
La proliferación de plantas de irradiación de alimentos entraña un
riesgo para las comunidades que las albergan. Los problemas que se
plantean en las centrales de energía nuclear, como la eliminación de los
resíduos nucleares y la seguridad de los trabajadores, tienen la misma
relevancia en el debate sobre la irradiación.
Los países que más la utilizan son: Estados Unidos, Canadá, Francia, Bélgica,
Japón, África del Sur, Países Bajos, Argentina, Brasil, Dinamarca,
Finlandia, Hungría, Israel, Noruega y Australia.
Si no fuera porque la irradiación modifica y hace perder el sabor de los
alimentos, el uso de esta tecnología estaría extendido, sin escrúpulos,
en todos los mercados mundiales de la alimentación.
Además, existen pruebas de que la irradiación puede reducir de manera
significativa el contenido vitamínico de muchos alimentos. De hecho, un
estudio japonés reveló que las patatas irradiadas habían perdido
aproximadamente el 50% de su contenido de vitamina C y que las pechugas de pollos irradiados pierden casi el 9% de su contenido de tiamina.
Los objetivos de la irradiación de alimentos -mantener un abastecimiento
de alimentos seguro- son elevados. El gobierno de Estados Unidos estima
que cada año unos 6 millones de personas enfermarán por haber ingerido
alimentos contaminados, aunque algunos grupos de consumidores sostienen
que, en realidad, el número es mucho mayor. Unas 9.000 personas morirán
a causa del consumo de alimentos contaminados. Por ejemplo, en 1992, las hamburguesas
contaminadas con la bacteria letal “Escherichia coli 0157:H7” fueron
responsables de la muerte de varios niños en Estados Unidos. La irradiación
es capaz de destruir a esta bacteria; no obstante, también puede hacerlo
una preparación adecuada, siempre y cuando la carne se cocine a temperaturas
suficientemente elevadas. En realidad, los procedimientos sanitarios
rigurosos -plantas bien inspeccionadas y procesamiento de la carne bien
ejecutado- contribuyen en gran medida a la prevención de problemas como
la aparición de la bacteria “E. coli” (Esto es especialmente cierto para la
bacteria “E. coli” que suele aparecer por la contaminación fecal de la
carne).
Con irradiación o sin ella, la seguridad de los alimentos sigue siendo un
problema importante. La irradiación no mata todas las bacterias, y los
alimentos pueden llegar a contaminarse después de haber pasado por ella o
si no se manipulan de manera segura.
A los argumentos contra la irradiación habría que añadir que se han
realizado muy pocos estudios sobre los efectos a largo plazo de una dieta
continua de alimentos irradiados en los seres humanos. Simplemente no
sabemos si la irradiación demostrará que es nociva al cabo de 10 ó 20 años.
Por todas estas razones, hay que considerar que la irradiación no es una
buena idea.
Sin embargo, parece que el Departamento de Agricultura de Estados Unidos
va a permitir una irradiación de los alimentos más generalizada;
por consiguiente, los consumidores de este país y del resto de los países
occidentales van a tener que tomar medidas para protegerse.
María Isabel Yagüe