Pocos son los hombre capaces de abandonar su trabajo por una relación amorosa; pero la mayoría de mujeres si estarían dispuestas a sacrificarse profesionalmente por lo mismo.
Es que la mayoría de los hombres consideran a su trabajo como parte de su identidad; en cambio la mujer ve al trabajo como una opción o un privilegio. Por eso, son aún pocas las mujeres exitosas, pues no siguen su carrera con el mismo ardor y persistencia que los hombres.
Los especialistas explican que es el temor al precio que su profesión pueda exigirles de su vida personal. Muchas se deciden por el amor creyendo que será suficiente para llenar su vida. Otras, optan darse la oportunidad de lograr el éxito en su carrera, y cuando han alcanzado una importante posición, sus relaciones de pareja están en crisis.
El caso de Isabel
Isabel es una joven secretaria que está trabajando en una inmobiliaria, esperando el día que su novio, un joven y dinámico abogado, decida de una vez a casarse. En este estado de espera, Isabel no tomaba interés en su carrera, desechaba la oportunidad de asistir a seminarios o estudios de perfeccionamiento, ante las exigencias de su novio que precisaba de ella. Un día, él anunció que tomaba una beca al extranjero para perfeccionamiento, por seis meses. Isabel se dio cuenta del egoísmo de su novio, ya que hacía poco, ella había dejado de asistir a un seminario en la misma ciudad por insistencia de él. Entonces comprendió que no sería feliz con él.
Ante la falta de perspectiva en su vida, tuvo que recurrir a una psicóloga quien le preguntó: ¿Qué amas? Isabel no supo contestar porqué se había concentrado en: ¿A quién?
La especialista la invitó a dejar de ser alguien que nunca había luchado por un futuro profesional, y convertirse en alguien que sí lucharía. Le pidió hacer una lista de sus sueños y fantasías, hasta los más locos, como convertirse en espía. Luego escribir sus talentos y capacidades por insignificantes que fueran. También, anotar los amigos, parientes, vecinos, jefes, que le ofrecieran confianza y que podrían ayudarla en su carrera. Al final analizaron ambas las listas observando que Isabel podía ser una persona de empresa.
El caso de Patricia
Patricia es una exitosa relaciones públicas; su especialidad es la realización de eventos, los que trabaja con impresionante eficiencia; lo único que le falta es la conciencia de su necesidad de cariño.
Está a punto de terminar con su pareja: “Yo tengo mis metas trazadas y él no es aspirante” A lo que Raúl responde: “Yo tengo lo suficiente para cubrir las necesidades y algo más. Pero me gusta disfrutar del campo y de la playa con mi pareja. No pienso echar a perder mis horas de descanso para hacer más negocio”.
Patricia se había habituado a mirar sólo a hombres triunfadores entre comillas y ambiciosos; sin valorar al que tenía a su lado, especialmente hecho para ella, con la paciencia necesaria para tener una convivencia feliz.
Los hombres ambiciosos saben, desde hace tiempo, que no pueden tener al lado otra mujer del mismo estilo en su casa, no sobrevivirían. La mujer ambiciosa tiene las de perder con un hombre ambicioso porque acaba soportando la carga de su trabajo y la de su marido. En cambio, un hombre sencillo puede darle mucho: Equilibrio emocional, ternura, apoyo y estímulo.