El drama de ser la amante
Ser catalogada como la “amante”, la “otra”, o la “querida” es un verdadero estigma en la imagen de una mujer.
La sociedad y sus mismas congéneres castigan despiadadamente a quien ose involucrarse en la vida íntima de un hombre casado. Sin embargo, nadie piensa en el drama emocional que debe soportar a diario quién está profundamente enamorada y en la penumbra.
“Estas cosas pasan sin que uno las espere, te enamoras del tipo equivocado, crees que lo controlas y viene la tremenda sorpresa. Uno piensa que sabe de qué se trata, pero nadie se imagina siquiera lo que es”, recuerda Camila, quien a sus 34 años todavía trata de recuperarse de haber sido la amante por varios meses de un compañero de trabajo.
Para la directora del Centro Clínico y de Investigación de la Corporación la Morada, Valentina Martínez, la relación de amantes suele caracterizarse por ser desigual. “Existen altos niveles de sometimiento dentro de ella.
“Justamente, el ocultamiento y lo paralelo que es este vínculo, hace que tenga altos niveles de dependencia, sometimiento y sumisión por parte de uno de los miembros. Por eso, pueden darse situaciones, incluso, de micro-violencia en la misma”, explica la psicóloga.
A juicio de la especialista, esta dinámica puede alterar, de alguna manera, el carácter más bien romántico del amor sano. Y es que el mantener una relación paralela a la relación formal de alguien, ya es algo que va contra la misma palabra pareja: la “parejidad” se caracteriza por la exclusividad.
Me quiero mucho, poquito…
“La relación de amantes es súper ingrata, bien asimétrica y te daña sí o sí el autoestima. Nadie es feliz siendo segundona, nadie está contento escondiéndose y siendo siempre negada, nadie está satisfecho amando a un imposible. Así, inundan tu vida la soledad, la censura, el tener siempre pena y no poder decirle a nadie porque es todo un secreto”, señala Camila.
En ese sentido, las personas más bien inseguras pueden sostener mejor y mantener por largo rato las relaciones de este tipo. De alguna manera esta vinculación también las refugia a ellas de algo a que le temen. Obtienen o encubren a través de esta relación no oficial una carencia que las puede estar invadiendo.
Lamentablemente, una persona que tiene este tipo de relación, refleja -a la larga- que algo está fallando en su vida. “Creo que está asociado a alguien que es más bien inseguro en sus vínculos y es capaz de mediar, por así decirlo, manteniéndose en este lugar que es el rol de ser la otra, la relación no oficial, la relación oculta. Todo tiene que ver con una forma, más bien, insegura de relacionarse”, sostiene la directora de La Morada.
En el caso de Camila, a tanto llevó el daño causado por su pareja, que decidió iniciar una psicoterapia para no caer nuevamente en una relación de este estilo. “Creo que si hubiera estado en un buen momento, nunca habría caído en esto, pero son las cosas de la vida y me ha enseñado a no juzgar a la gente tan fácilmente. Ahora pienso que en toda mujer hay la misma potencialidad para ser esposa que para ser amante. Nadie, nadie puede decir con total certeza de esa agua no beberé, porque es algo que sucede -la mayoría de las veces- sin que uno lo planifique. Pasa y después cuesta un mundo salirse”, agrega.
“Y es que este tipo de relaciones encubren la propia inseguridad de la mujer y -a la vez- mantienen, protegen y evitan un contacto mucho más intenso con el otro. Asimismo, puede ser un tipo de vinculación más evitativa, porque los compromisos o el tipo de intensidad está más acotado. Encubren las propias dificultades relacionales que tienen las personas inseguras de si mismas y de su interacción con los otros”, explica la psicóloga.
Ver la luz
No obstante, como las repercusiones de mantenerse por mucho tiempo en el rol de amantes pueden se nefastas, en cuanto al cariño que tenemos hacia nosotras mismas, la directora de La Morada recomienda a las mujeres:
Elaborar lo que les ha ocurrido y analizarlo concienzudamente. Para ello, buscar un espacio de trabajo terapéutico que se ocupe eficazmente de la forma de vivirse el vínculo.
Nunca olvidar que el vínculo más importante en las personas es el de pareja. En especial, cuando se llega a la adultez.
No tener miedo a pedir ayuda. Lo que sucedió no sólo tiene que ver con características personales, también se relaciona con las características históricas de cada mujer. Es muy simplista pensar que basta con sólo separarse y todo se soluciona.
Entender, de una vez por todas, que los vínculos inseguros se caracterizan, justamente, porque las separaciones son muy dificultosas, pese a que la relación sea sumamente dañina. La tendencia a mantenerse con la pareja, es siempre muy alta. Por ello, el darse un espacio terapéutico es fundamental para romper con el círculo vicioso.