La pareja sin intimidad
Muchas parejas evitan pasar tiempo a solas por miedo a no saber expresar sus sentimientos o por miedo al aburrimiento, a no saber qué decir. Los momentos de intimidad se sustituyen pasando más tiempo con los amigos o con cualquier disculpa, con tal de estar acompañados.
No existe un consenso en cuanto a la terminología, pero sí se puede decir que crece en la medida en que cada uno es capaz de mostrar su vulnerabilidad y sus sentimientos. Conseguir cierto grado de intimidad en una pareja requiere que cada uno de sus componentes sean independientes, tanto a nivel emocional como personal, es decir, que sean auténticos y se conozcan a sí mismos.
El por qué de la falta de intimidad
La imperiosa necesidad de una pareja de estar acompañada constantemente, pone de manifiesto en muchas ocasiones, carencias de la relación.
Entre las más características, se encuentran:
La falta de comunicación: el no querer compartir las vivencias diarias, las emociones y preocupaciones, hacen que lo tierno de la pareja se enfríe.
El no saber interpretar las emociones y pensamientos del otro, da lugar a malinterpretaciones.
La falta de aficiones comunes entre ambos.
El miedo a aburrirse, si están solos.
El papel de los amigos
Lograr un espacio de intimidad es un reto más dentro de la relación. Para conseguirlo es necesario realizar un trabajo diario; primero para que surja, después para que se mantenga.
El tener pareja y amigos no es incompatible; es positivo e incluso necesario. Hay que huir de los extremos; ni “sólo quiero estar con mi pareja”, ni “me apetece estar todo el día con los amigos” La relación no ha de aislarse del mundo real y exterior, pero tampoco vivirse como si de una manifestación colectiva se tratase. El equilibrio es subjetivo y ha de buscarse conjuntamente y mediante acuerdos con la pareja.
Saber decir que “NO” a las visitas
El recibir o hacer visitas a amigos o familiares, suele ser un hecho que produce satisfacción y entretenimiento… hasta que se convierte, en algunos casos, en algo excesivo, rutinario y obligatorio.
Se ha de saber NO a las visitas no deseadas o que aparecen en un momento inapropiado. De un modo educado, se debe elaborar alguna excusa; debe ser la pareja, conjuntamente, la que decida cuándo recibir o invitar a alguien a su casa. El controlar las visitas, cuándo y cuánto, es un reflejo de que la pareja desea mantener un espacio de intimidad.
Estructurar el tiempo
En una relación se ha de aprender no sólo a compartir responsabilidades sino también momentos de ocio. Cada uno puede tener su propio espacio y tiempo y, a la vez, reservar ciertos momentos para disfrutar de la vida en pareja.
A algunas personas les cuesta compartir su mundo y sus emociones. Se sienten atosigadas con cualquier pregunta, y todo les parece más un interrogatorio que una muestra de preocupación o simplemente de interés. La complicidad e intimidad les resultan unas grandes desconocidas.