No tenemos que preocuparnos cuando nuestro peque tenga pesadillas, es una etapa normal de maduración de los niños y que si no se convierte en una fijación no es un problema especial de relevancia.
La oscuridad, las tensiones del día, las malas digestiones, esa escena violenta de la televisión, el resultado casi siempre pesadillas.
No todos los niños las sufren en la misma cantidad ni intensidad.
Las noches de un tirón vendrán con el paso del tiempo, mientras tanto firmeza y ternura. Ante las pesadillas, la respuesta tiene que ser la misma, sin dejarse convencer por el niño, intentar calmarle, apaciguando su angustia y su pánico, tenemos que calmarle pero no dejarle que se acueste con nosotros cada vez que el niño tenga miedo.
Antes de ceder a sus súplicas, enciende una lamparilla, registra con él la habitación y háblale con calma. Deja una luz tenue encendida en el pasillo. Nombra guardián oficial a su peluche o a una de sus mascotas preferidas.
Acostúmbrale a dormir con sonidos muy relajantes, los beneficios de la música son evidentes. El agua también tiene efectos tranquilizantes. Déjale cerca un vaso de agua para que beba cuando quiera.
Tenemos que intentar en no caer en sus redes, aunque sea una sola vez, si lo que haremos es abonar el chantaje continuo.
Conviene que al final de la jornada sigamos un autentico ritual, baño que es relajante, cena, pijama, canción, así se sentirá más seguro, si se despierta por la noche, hazle notar tu presencia tarareando su canción favorita o caminando por el pasillo.
Hay que tener en cuenta que sus pesadillas son reales y que lo pasa mal, tenemos que investigar las causas por las cuales tiene miedo y hacerle comprender que en casa está seguro y que no hay ningún peligro porque sus papas son tan fuertes y tan listos que derrotarán a todos los monstruos.