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Nadie duda que los animales de compañía tengan emociones y de que las expresen a través de un lenguaje de gestos, posturas y movimientos. Lo novedoso está en la forma que los humanos interpretemos ese lenguaje.

 

“Mariela está aprendiendo a caminar y sobre su andadera no respeta señal de tránsito. Es capaz de de estacionar, como si nada, justo sobre las patitas flacas y oscuras de Puqui, su perro guardián. El animal siente el impulso de pegar un salto y chillar, pero se contiene: la asustaría. Apenas suelta un gañido y espera que la bebita se aleje. Una vez liberado de la tortura corre al fondo de la casa, aunque no precisamente para reír; sus gimoteos de dolor se escuchan en todo el barrio”.

Rápido doctor, esta mujer está muriendo de tristeza. Intentaré una reanimación de emergencia. Parece que está reaccionando. Se salvará

Solo les falta hablar

 

Y no lo dice solamente el dueño de Puqui. Lo dicen los expertos en etología, la disciplina que estudia el comportamiento de los animales. Primero anunciaron que el esfuerzo de 50 investigadores en todo el mundo no dejaba dudas. Comprobaron que los animales también pueden sentir emociones. Es decir, pueden deprimirse, alegrarse y hasta enamorarse.

La pregunta es: ¿podemos darnos cuenta de todo eso? Buenas noticias: sus códigos de lenguaje corporal (gestos, posturas y movimientos que realizan con su cabeza, orejas, cola y extremidades) y hasta el significado de muchos de los sonidos que emiten, están develados. Sólo es cuestión de conocerlos, familiarizarse con ellos y saber para qué los usan.

La mirada de tu perro es el mejor espejo donde podrás comprobar la grandeza de tu alma.

La experiencia clínica

“Una vez me consultó -comenta el veterinario Gerzovich Lis- una señora que tenía problemas con algunas conductas de su perro. Le expliqué que tal vez se trataba de problemas de comunicación con su mascota. Me miró extrañada; me dijo que era estudiante de Psicología y que un profesor le había dicho que los animales no podían comunicarse entre sí y menos con sus dueños. Aunque nunca supe los fundamentos de semejante opinión, le expliqué a la mujer que esa sentencia estaba totalmente equivocada.”

El doctor Gerzovich Lis, que a los 6 años ya le decía a todo el mundo que quería ser veterinario, es uno de los máximos expertos argentinos en comportamiento animal. A los 15 años educó y adiestró a su propio perro y luego hizo lo mismo, durante diez años, con más de 800 ejemplares. Además, desde que comenzó a trabajar en su especialidad lleva atendidos más de 2.000 casos de animales que sufrían trastornos de comportamiento. Con toda su sabiduría le explicó a la señora que una de las premisas más importantes para la subsistencia de especies que tienen comportamiento social -como el caso de los perros- es tener la posibilidad de transmitir información de un individuo a otro. Sólo así se puede mantener la interacción del grupo en forma adecuada. En los animales, ese sistema de comunicación no sólo existe sino que es muy complejo y está basado fundamentalmente en señales auditivas, visuales, olfativas y táctiles. Con esas “herramientas “pueden mantener el orden dentro de un grupo y además identificar y marcar su territorio.

Eso no es todo: también pueden conocer el estado fisiológico y emocional de otros perros así como su rango social. En otras palabras, los perros no pueden hablar como lo hacen los humanos, pero no les hace falta: se comunican sin problemas a través de gestos, posturas, sonidos y olores. Y no sólo consiguen “conversar” entre sí; usan el mismo sistema para comunicarse con los humanos, claro que algunos no se dan cuenta o directamente lo niegan.

 

Dime cómo ladras y te diré que te pasa perro…

 

Ladridos

Los de tono bajo indican dominio y amenaza; los de tono alto, inseguridad o miedo. Cuanto más rápido, más excitado y alerta está el animal.

– En cadena de 3 o 4: llamada para reunirse con sus colegas, significa que hay algo de interés; no llega a ser una alarma.

– Rápidos y sin pausa: puede haber un intruso merodeando.

– Uno o dos como si fueran disparos: saludo al ver una persona conocida.

– Uno solo, corto y en tono alto: el perro está molesto porque lo despertaron o porque le están tirando el pelo.

– Uno solo, como el anterior, pero en tono medio: llamada de atención para su dueño; puede pedir que se le abra la puerta o que se le dé la comida.

Suspiros

Señalan el final de una acción. “Estoy satisfecho, cumplí con mi tarea”.

Aullidos

– Entrecortados con un último aullido prolongado: “Me siento solo”.

– Prolongado y ruidoso: “Estoy aquí y éste es mi territorio”.

– Ladrido que se convierte en aullido: “Estoy preocupado y me siento solo”.

– Súbitos y en serie: “Estoy muy asustado” o “me duele”.

– Similar a un llanto: “¡Socorro!”.

Gruñidos

– Suave y de tono bajo: “¡Aléjate”.
– Gruñido que se convierte en ladrido: “Estoy molesto y te puedo atacar”.

Gemidos y gimoteos

– Más débiles en el final: “¡Apúrate!”.

– Suaves: “Estoy asustado”.

Jadeos

Indican estrés o excitación.

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