En la primera consulta prenatal una de las cosas que hará el ginecólogo será conocer tu grupo sanguíneo y el factor Rh. En el caso de que fueras Rh-negativa habrá que tomar ciertas precauciones.
¿Qué es el factor Rh?
El factor Rh es un antígeno que tienen el 80% de las personas en sus glóbulos rojos, es decir, la mayoría de la gente es Rh-positivo. Ser Rh-negativo significa que no se tiene ese factor.
Si eres Rh negativo y tu pareja también, no habrá problemas de incompatibilidad porque vuestros hijos siempre serán negativos. Pero si eres es Rh negativo y tu pareja es Rh positivo, tu hijo posiblemente herede la sangre Rh-positiva de su padre, lo que produce un problema de incompatibilidad.
Problemas con el segundo
Si se trata del primer embarazo no tiene por qué haber ningún problema ya que no hay riesgo para la salud del bebé. Pero durante el parto, las células de la sangre del bebé pueden dirigirse hacia el sistema circulatorio de la madre y, como la sangre Rh-positiva del bebé es extraña para el organismo de la madre, tratará de eliminarlos con la producción de anticuerpos. Este fenómeno se conoce como sensibilización. Para conocer si este proceso ya se ha generado en el primer embarazo, a causa de un aborto previo o por una transfusión, a la madre se le hace una prueba denominada test de Coombs.
En los posteriores embarazos, los anticuerpos que la madre ya tiene desde el primer embarazo pueden atravesar la placenta y llegar al feto destruyendo sus glóbulos rojos y ocasionándole una anemia que puede ser más o menos grave.
Normalmente este problema se previene en el segundo embarazo administrando gammaglobulina anti-Rh (la vacuna) en la semana 28 del embarazo y a las 72 horas del parto para que, en el caso de que la madre hubiera producido anticuerpos contra el antígeno Rh del feto, éstos se destruyan y no haya riesgo de que pasen al bebé en un nuevo embarazo. Así se evita que los niños nazcan con problemas.
Hay que tener en cuenta que la protección de esta “vacuna” dura alrededor de 12 semanas, por lo que debe repetirse en cada nuevo embarazo.
También es necesario administrarla después de un aborto, un embarazo ectópico e incluso se recomienda cuando se ha practicado una amniocentesis.
¿Qué problemas pueden surgir?
Cuando la madre es Rh negativa y el feto es Rh positivo, los anticuerpos de la madre intentan destruir el antígeno del factor Rh positivo, pero el problema es que lo que destruyen en realidad es el glóbulo rojo completo, lo que provoca anemia en el feto. Este proceso se conoce como enfermedad hemolítica.
Dependiendo del número de glóbulos rojos destruidos, la anemia será más o menos intensa. En los casos más graves, el bebé puede nacer con una anemia tan seria que necesite una exanguinotransfusión, es decir, un cambio de su sangre por otra que no puedan destruir los anticuerpos.
En caso de que el bebé nazca con anemia
Si se han seguido las medidas preventivas necesarias, son muy pocos los niños que nacen con problemas serios de anemia. En estos casos, el tratamiento más eficaz es una exanguinotransfusión.
En los más graves, se pueden realizar transfusiones al feto inyectando la sangre a través de la vena umbilical; se utiliza sangre Rh negativa para que los anticuerpos no destruyan los glóbulos rojos. Las transfusiones intra-útero se repiten periódicamente hasta que el feto tiene la madurez necesaria para nacer.
La exanguinotransfusión tiene una doble finalidad: tratar la anemia y disminuir los niveles de bilirrubina, la causante de la ictericia (coloración amarilla de la piel). Se extrae parte de la sangre al recién nacido y se le transfunde sangre de su mismo grupo pero Rh negativa.
Como el recién nacido durante unos días tiene los anticuerpos anti-Rh que le ha transferido la madre, si la transfusión se hiciera con sangre Rh positivo (como la suya), se destruirían los glóbulos rojos agravando la anemia.
No obstante, desde que se utilizan medidas preventivas, la incompatibilidad del Rh materno-fetal ha disminuido considerablemente.