Todavía no se pueden evaluar los efectos que han provocado las mareas negras de los últimos años sobre la vida marina. Los científicos afirman que numerosas especies marinas han sufrido deformaciones debido a la contaminación, incluso diez años después del accidente. Según Greenpeace, anualmente se vierten al mar más de 10 millones de toneladas de crudo.
Dos días antes de la Nochevieja de 2000, el petrolero Volganeft 248 se partió frente a las costas de Estambul (Turquía) dejando en el mar 4.000 toneladas de crudo. Días antes, el 12 de diciembre, el buque Erika tuvo un accidente frente a las costas de la Bretaña francesa y vertió 30.000 toneladas de combustible.
Perjuicios sobre la fauna
El hundimiento del Erika provocó, entre sus muchas consecuencias, la llegada de aves contaminadas a diversos puntos del continente europeo. En las costas del Cantábrico español se pudieron observar algunos de los efectos de este accidente.
En el caso de las Islas Canarias, por un lado, las mareas negras han dañado la cadena biológica de cientos de especies como cetáceos, focas, nutrias, araos, tortugas y millones de peces de distintas clases, así como a la flora marina, al afectar al desarrollo del fitoplacton. Todo esto influye directamente en la salud de la población y también en sectores económicos tan importantes como es el del turismo.
Nuevas investigaciones
El petrolero Exxon Valdez (1989) vertió 240.000 barriles en el estrecho de Price William (Alaska). Diez años después, un equipo de científicos llegó a la indeseable conclusión de que el efecto que tuvo sobre la vida marina fue diez veces peor de lo que se suponía a priori. Los científicos tuvieron en cuenta las efectos inmediatos de las mareas negras que provocaron una gran mortandad a corto plazo.
Tras evaluar los efectos inmediatos de la marea negra, los científicos del Servicio Nacional de Pesquerías Marinas de Alaska afirmaron que éstos eran los menos graves. Los peores se producen a largo plazo, ya que persisten pequeñas cantidades de sustancias tóxicas en los ecosistemas.
Consecuencias a largo plazo
El estudio se inició porque el Gobierno de Alaska descubrió que años después de esta catástrofe numerosos salmones engendrados en lugares a los que llegaron residuos del vertido estaban enfermos. Además, un elevado porcentaje de crías había nacido con aletas adicionales u otras deformidades, e incluso las crías que no tenían deformidades aparentes tardaron más en desarrollarse que los salmones normales.
Este tema es el que rebaten los expertos, lo que muestra que los hidrocarburos que no proceden de vertidos no tienen por qué hallarse en estado sólido y, por lo tanto, sí interfieren en los ecosistemas. Por este motivo, advierten que el futuro de la vida marina resulta menos esperanzador en lugares donde hay grandes aglomeraciones como Nueva York, Barcelona o las zonas cercanas a la costa gallega, ya que sus habitantes vierten al mar un flujo constante de hidrocarburos.
La flota de la muerte
Alrededor de 3.000 millones de toneladas de petróleo se producen anualmente en todo el mundo. A esta cifra hay que descontarle la cantidad que se pierde en los 25 accidentes anuales que sufren de media los 6.000 petroleros que navegan cada día por aguas internacionales. Según la organización Greenpeace cada año se vierten al mar más de 10 millones de toneladas de crudo.
Los datos son escalofriantes, más aún si tal y como afirman los ecologistas, tan sólo el 10% del vertido es debido a accidentes. El resto estaría causado por la limpieza de los tanques y por causas voluntarias. Además de estos 6.000 buques sólo un tercio de los más modernos posee doble casco para evitar vertidos.
Puntos negros
Las rutas más utilizadas por este tipo de buques son el Canal de Suez y el Mediterráneo, pasando por el Estrecho de Gibraltar y la ruta del Cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica) que rodea las Islas Canarias y las costas Atlánticas de España y Portugal.
Dada la ubicación de España, que se encuentra en el centro neurálgico de la circulación entre los productores de Oriente Próximo y los consumidores europeos, el riesgo de accidentes es muy elevado. Unos 600 petroleros atraviesan cada día las costas del Estrecho de Gibraltar y Galicia, lo que supone el 10% del tráfico marítimo internacional. Además, 800 buques portadores de crudo cruzan el Mediterráneo a diario.