Aunque el miedo resulta imprescindible para medir y superar las situaciones peligrosas. Sin embargo, cuando se pierde su control, se convierte muchas veces en un problema grave. Es el caso de las fobias: neurosis que no tienen ninguna ventaja e impiden realizar una vida normal.
En todas las fobias existe un motivo aparente, externo o visible, que no es sino el reflejo de otra causa latente, una causa reprimida en el inconsciente. Una persona con fobia al color rojo puede estar reviviendo un accidente con sangre que le traumatizó. La fobia evita a la persona enfrentarse de nuevo a la situación, lo que hasta cierto punto puede resultar beneficioso.
Sin embargo, esa ventaja acarrea tras de sí todo un carro de inconvenientes: la persona con fobias sufre limitaciones graves en su vida normal y grandes dosis de ansiedad, que llega a manifestarse a través de trastornos físicos.
Un grado menos desarrollado de fobia es la preocupación excesiva y obsesiva, que también puede provocar trastornos. Al final, la persona con este tipo de preocupación es incapaz de hacer frente a sus problemas (solo tiene tiempo para preocuparse de ellos), y busca el contacto constante con los demás, a menudo proyectando sus preocupaciones sobre ellos.