De pre-ocuparme a ocuparme [26-04-2020]
En los últimos meses mi relación con el futuro ha sufrido un frío distanciamiento, mis circunstancias personales lo han relegado a los últimos puestos de mi ranking personal de vida. Cuando estás tan cerca de perder la vida, cuando de pronto te ves con dos fechas de cumpleaños que celebrar, cuando la vida, la suerte o las circunstancias te dan otra oportunidad, el presente cobra su verdadero valor, el pasado se convierte en un mal sueño y la percepción de futuro se desvanece, como la niebla de primavera con el sol de mediodía.
No obstante, mentiría si dijera que no me preocupa en absoluto el futuro, lo que ocurre es que he pasado de pre-ocuparme a ocuparme, a no sentir miedo por adelantado, a enfrentar los problemas ahora, a ocuparme hoy, de manera que así se despeje el mañana, pero sin obsesionarme por lo que aún no ha sucedido de antemano, bastantes preocupaciones hay en el día a día.
De todas formas hoy voy a rescatar a este concepto, que he maltratado últimamente, voy a ponerlo un poco en valor, un tanto dolido, como dolido está un padre tras reprender a un hijo, aliviado después del subsiguiente perdón mutuo y posterior abrazo.
Y esto es así porque el futuro es uno de los grandes perdedores de esta crisis. La sensación generalizada, que podemos intuir, la noción de que hemos aprendido que todo puede cambiar en minutos, en horas, en días, de que nuestra vida sustentada por realidades e ilusiones, que creíamos inmutables, se ha ido al traste de pronto, dejándonos noqueados, inmersos en la duda, con todo por discernir. A su vez la confianza en la sociedad, uno de los pilares de ésta, se ha visto tocada por la sensación de desvanecimiento de nuestras proyecciones de futuro, por cierta desesperanza, por el aumento del escepticismo. Acostumbrados como estábamos a cierta estabilidad social, a cierta promesa de continuidad en nuestras vidas, con sus claroscuros, pero más o menos en un entorno “controlado”, la aparición de la gran incertidumbre que nos trajo la pandemia, nos ha dejado con el indicador de batería de la sensación de futuro en rojo.
La impresión de ser sacudidos, golpeados por las circunstancias sanitarias, políticas, laborales, económicas…nos deja con la agria percepción del no hay nada que podamos hacer, del constreñir nuestras ilusiones, del aplazar nuestros planes, del postergar nuestros sueños. Y nos resulta escalofriante la posibilidad de vernos inmersos en una sociedad desesperanzada, en la que, de repente, una mañana amanecimos despertando de un sueño de futuro en el que proyectábamos la prosperidad de nuestros negocios, el alumbramiento de un hijo, un trabajo mejor acorde con nuestros estudios, nuestra boda, nuestra jubilación, nuestro ansiado viaje por ese mundo de dios, o cualquier otra muestra de “felicidad”.
Pero habrá que levantarse, digo yo, aprendiendo del pasado que no puede ser cambiado, cuidando el mundo del presente, pensando que el futuro, que está por definir, recibirá toda la justicia de nosotros, pues aún puede ser escrito. Como decía Asimov.” En la vida, a diferencia del ajedrez, el juego continúa después del jaque mate.”
Levantemos pues el ánimo, no perdamos la fe, no dejemos que la sociedad pierda sus metas, defendamos la necesidad de un futuro mejor para todos, proyectemos ese futuro desde un presente mejor y más cuidado, desde la humildad pero con coraje, con aceptación pero sin resignación, desde la indignación pero con esperanza constructiva, asumiendo todos y cada uno de nosotros, la plena responsabilidad de nuestro futuro.
Buen día a tod@s!!!
Os quiero Bandid@s!!!
“El poder para crear un futuro mejor está contenido en el momento presente: Creas un buen futuro creando un buen presente.” Eckhart Tolle
Os dejo una versión de Michael Bubble del tema “What a Wonderful World”, de Louis Armstrong, una tierna, bella y esperanzada canción para tiempos difíciles. Os quiero.
