La geoterapia se vale de la arcilla y del barro para mejorar la salud en numerosas patologías.
El uso terapéutico de la arcilla se remonta a los albores de la humanidad. Este elemento de la naturaleza posee diversas propiedades, entre las cuales destacan su capacidad refrescante, antiinflamatoria y cicatrizante.
Tanto el barro como la arcilla pueden administrarse de diversas maneras, por vía interna, oralmente; como vía externa, mediante cataplasmas y compresas, pero siempre conociendo lo que se hace para no correr ningún tipo de riesgo.
Todos los pueblos a lo largo de la historia han empleado las propiedades de la arcilla, la tierra y el barro como remedio natural para numerosas dolencias.
En la antigüedad se han descubierto documentos que manifiestan que los médicos egipcios utilizaban arcilla por vía interna contra las inflamaciones y las úlceras; para tratar los dolores y deformaciones reumáticas aplicaban los fangos calientes del Nilo y los embalsamadores utilizaban la arcilla para la momificación de los muertos.
¿Arcilla o barro?
En geoterapia se puede emplear de manera indistinta la arcilla o el barro. Sin embargo, las propiedades de uno y otro son distintas, pese a que ambos resultan beneficiosos para el organismo. Se diferencian principalmente por su contenido en materia orgánica, lo que hace que resulte más seguro, desde el punto de vista bactereológico, el empleo de la arcilla, ya que cuando está húmeda el resultado es una tierra grasa, sobre la que no crece ningún tipo de planta. Generalmente para uso interno se recomienda la arcilla, en tanto que el barro puede utilizarse para uso externo.
En principio y de un modo generalizado, la arcilla debe ser utilizada siempre en frío, tal cual, ya que en general su aplicación se hace sobre un punto congestionado y para que su eficacia sea total, debe ser puesta en frío. En ciertos casos, cuando se trata de aplicaciones de arcilla tibia, bastará un simple calentamiento al sol o cerca de una fuente de calor (radiador, estufa, etc.).
Sobre el agua, siempre se utilizará agua mineral, agua destilada y el agua del mar, para realizar los preparados. Muy importante es no volver a utilizar la arcilla una vez realizada con ella un tratamiento, pues está cargada de las toxinas del mal y no puede servirse otra vez.
Propiedades curativas de la arcilla
La arcilla ha demostrado tener propiedades desinfectantes; en estado húmedo inhibe el desarrollo de gérmenes patógenos, favoreciendo así la regeneración celular. También tiene poder cicatrizante; gracias a su contenido en silicato de aluminio, aplicada en forma externa puede curar sin dejar señal alguna. Y absorbente, su porosidad le permite recoger el calor y atraer sustancias tóxicas o de desecho para que sean expulsadas.
Otro tipo de propiedades que posee la arcilla es que es depurativa, ya que al estimular la función cutánea, no sólo depura la piel, sino que favorece la expulsión del ácido úrico acumulado en el cuerpo a través de ella.
Todo esto hace que la arcilla sea idónea para el tratamiento de un gran número de dolencias: lumbago, artritis, jaquecas, otitis, sinusitis, contusiones, heridas. También puede ser ingerida por vía oral, diluida en agua fría y bebida antes de las comidas para el tratamiento de enfermedades infecciosas o parasitarias, irritaciones, úlceras y tumores del aparato digestivo.
Aplicación
La arcilla debe aplicarse sobre la piel principalmente en forma de cataplasmas, emplastos o mediante compresas. En cualquiera de estos casos se puede emplear arcilla fría o caliente dependiendo siempre de la dolencia a tratar.
Debido a la gran cantidad de energía que contiene, su aplicación incide de forma inmediatamente los sistemas de autodefensa del organismo humano, por lo que resulta muy recomendable para todos.