Cuando nos convertimos en mayores es necesario un cambio en los cuidados médicos que recibimos. Al igual que un niño necesita una atención médica en su infancia que reúna un compendio de áreas del tratamiento de la salud –alimentación, cuidado de la piel, aparato digestivo, huesos, etc.- cuando se llega a la tercera edad es útil contar con la ayuda de los especialistas en geriatría o gerontólogos.
A medida que pasan los años y cuando ya se han cumplido más de 65 es necesario recibir una atención clínica especializada. Esta rama de la medicina se denomina geriatría y está basada en el desarrollo de la profesión médica de una forma multidisciplinar.
Mientras que un especialista en medicina cardiovascular se centra exclusivamente en el estudio y desarrollo del sistema de riego sanguíneo, los profesionales de este campo deben tener conocimientos no sólo en el sistema cardiovascular, sino también en otras áreas médicas como reumatología o sistema locomotor. Actualmente, los geriatras tienen una visión multidisciplinaria del ser humano, ya que entiende que la salud es una parte de un todo constituido por lo biológico, lo psicológico y lo social.
Geriatras y gerontólogos
En principio, los profesionales de esta rama clínica pueden ser geriatras o gerontólogos. La diferencia entre ambos es que el geriatra es el médico doctorado o especializado en la problemática física de las personas mayores. Mientras, el gerontólogo es un experto en temas de mayores que proviene de cualquier licenciatura, como Psicología o medicina cardiovascular, y que se ha formado específicamente para trabajar en este campo bien a través de cursos de postgrado o de cursos para profesionales.
Aunque la ciencia médica siempre ha tratado a los mayores, la medicina de la vejez, que es lo que quiere decir “geriatría”, tomó este nombre en 1908 y se estructuró como rama clínica en la década de los 30. En España empezó a establecerse como especialidad en los años 50. Desde entonces, esta disciplina ha ido abriéndose paso y abarcando más terreno, hasta convertirse en un área multidisciplinar.
Comprender al paciente
En principio, se denominaba a la geriatría como una especialización en la clínica médica y que actuaba sobre los síntomas que van apareciendo con la edad: la fractura de fémur, el accidente cerebrovascular o la demencia tipo Alzheimer. Más tarde se empezó a concebir bajo otra visión más amplia. En esta nueva etapa se considera que la problemática de la vejez no está solamente en la enfermedad, sino en la situación de enfermedad, o sea aquellas cosas que la rodean.
Uno de los fundamentos de esta nueva corriente se centra en la comprensión del paciente y la importancia de una estructura de cuidados adecuada como el medio ambiente, los vínculos con el resto de la familia, sus contactos con el mundo). Se trata de una mirada múltiple que utiliza guías que, de acuerdo con el género y la edad, van determinando variables que es necesario controlar para prevenir y evitar problemas. Estas guías son tanto de control sanitario como sociales.
Más vale prevenir
Se empieza por la prevención primaria que significa la vacuna antigripal, continuando con el control riguroso de la presión sanguínea, que podría generar un accidente cerebrovascular. La geriatría posee un fundamento en la prevención de enfermedades. De esta forma evitan que el paciente tenga mayores complicaciones o, cuando se dan, ayudan a que se actúe con un mayor conocimiento de las atenciones que pueden ser necesarias.
Esta concepción trata de evitar los internamientos hospitalarios, ya que la casa resulta un lugar necesario para una persona mayor y, al sacarla de allí, inevitablemente se la confunde. Para eso se organiza una red que pueda ofrecer atención domiciliaria, rehabilitación en la casa y hospitales de día geriátricos. El internamiento clínico queda como último recurso.
Al mismo tiempo, los hospitales de día, además de clínica médica, cumplen una función social. Son muchos los que brindan la posibilidad de realizar diferentes cursillos o aprendizajes sobre su nuevo estado de salud. En ellos pueden aprender a superar barreras y a manejar sus miedos. En un taller de memoria, por ejemplo, se trabaja no tanto sobre su recuperación, sino en la eliminación de la angustia que el problema genera. También les enseña trucos para evitar su pérdida progresiva.