En los últimos años, se ha disparado la venta de lo que podrían denominarse superalimentos, productos que según sus seguidores aportan beneficios extraordinarios.
Nada de cápsulas ni compuestos químicos milagrosos: muchos de estos ingredientes naturales forman parte de dietas andinas y orientales desde hace milenios. Y ahora (oh, globalización) llegan a nuestras despensas, para regocijo de nutricionistas, gurús gastronómicos y, sobre todo, consumidores curiosos.
1. La quinua o quinoa. Esta planta, de la familia de las quenopodiáceas, tiene semillas y hojas comestibles. Bolivia y Perú son sus dos principales consumidores (y atónitos exportadores, sobrepasados por un boom mundial que, si bien les está dejando pingües beneficios, amenaza con menguar seriamente su reserva nacional). Ya los incas la llamaban “cereal madre” y “alimento de los dioses”. Ahora la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura) respalda estas creencias ancestrales andinas y confirma que la quinua ayuda a curar más de 20 dolencias. Lo que se dice un dechado de virtudes: ocho aminoácidos esenciales, muchas proteínas, vitaminas E, B2 y B3, magnesio, fósforo, hierro y potasio… La semilla en grano puede cocerse y añadirse a sopas, o tostarse como un cereal, convertirse en harina para pan y pastas e incluso fermentarse en bebida.
2. El ajo negro. De origen japonés (kuro ninniku). Los ajos son negros, negros (a simple vista parecen carbonizados), y se consiguen tras un proceso de fermentación. Tienen más propiedades que el ajo común (que ya son), pero además su olor es mucho menos penetrante y su textura es más tierna. Y no dejan mal aliento. Aparte de ser un potente antioxidante, el black allium regula los niveles de azúcar y colesterol y la tensión, facilita el tránsito intestinal y refuerza el sistema inmunológico. Se le asocian también poderes energizantes. Su consumo va en aumento; de hecho, en España ya se cultiva en Castilla-La Mancha, en la zona de Las Pedroñeras.
3. La chía. Las diminutas semillas de la Salvia hispánica (planta herbácea nativa de México, Nicaragua y Guatemala) eran uno de los alimentos básicos de los aztecas. Bastante aceitosas, son la mayor fuente natural que existe de ácidos grasos omega 3 y de fibra. Además, aportan proteínas, vitamina C y minerales (hasta seis veces más calcio que la leche). No contienen gluten y gracias a su efecto saciante se incluyen en muchas dietas. Las semillas de chía puede consumirse en grano, molidas y en aceite. Si se remojan en agua, sueltan una sustancia que puede mezclarse con azúcar y zumo de limón para preparar una bebida refrescante.
4. El aceite de coco. El último boom en Hollywood: actrices como Jennifer Aniston y Angelina Jolie declaran que no pueden vivir sin él. Asequible y abundante, el aceite de coco virgen (no confundir con la leche de coco) se utiliza para blanquear los dientes, hidratar el pelo, prevenir la aparición de estrías, calmar irritaciones, etc. En la mesa, tiene propiedades adelgazantes: a pesar de que está compuesto en su mayor parte por grasas saturadas (“las malas”), su contenido en ácido láurico acelera el ritmo metabólico y quema calorías. Hay mil formas de consumirlo: directamente a cucharadas, añadiéndolo a bebidas, para saltear verduras, en sustitución de la margarina…
5. Las Naranjas. Aunque estan con nosotros desde hace cientos de años, aun no somos concientes del lujo que supone tener esta fruta a la alcance de la mano. Pura energia y vitalidad, ayuda a regular el funcionamiento del higado, cuida nuestra piel y previene canceres de estomago. La fibra de la pulpa ayuda con el extreñimiento, y la piel de la naranja tiene infinidad de utilidades.
Puedes conseguirla directamente del agricultor gracias a la multitud de webs de venta online que se han abierto en la comunidad valenciana, lo mejor es que el precio de estas naranjas con todos los gastos incluidos es similar al precio de cualquier supermercado.
6. La maca. Es una planta herbácea andina, que se cultiva a 4.000 metros de altura. Su raíz, con forma de rábano grande, es comestible, y muy apreciada por su valor nutritivo y reconstituyente. Se la relaciona con el sistema endocrino y la producción de hormonas: mejora el rendimiento físico, el estado de ánimo y la sensación de bienestar general y, dicen, aumenta la libido y la fertilidad, y ayuda en la menopausia y en los síndromes menstruales. En Perú se come la maca cocida, normalmente. También se puede adquirir en polvo, como una harina fina, e incorporarla a zumos y sopas.
7. La jícama. Procede de una planta leguminosa que se cultiva principalmente en México. La raíz, similar a una cebolla grande, es uno de los tubérculos con menos calorías: 35 por cada 100 gramos, menos de la mitad que las patatas. Además es fuente de vitamina C, hierro, potasio, fósforo y fibra, resultando un alimento perfecto para diabéticos y personas que siguen un menú bajo en carbohidratos. Tiene textura de pera crujiente y su sabor recuerda a la manzana; y es muy versátil: puede consumirse cruda (está muy buena cortada en bastones y aliñada con sal, limón y picante), asada, frita o encurtida. En contraste con el tubérculo, el resto de la planta es tóxico, ya que tiene un alto contenido de rotenona, un insecticida natural.
8. La stevia. El edulcorante natural más antiguo que se conoce procede de un pequeño arbusto originario de Amambay e Iguazú, en la zona fronteriza entre Paraguay, Argentina y Brasil. Los guaraníes la utilizaban su hoja para endulzar el mate, que procede de la misma planta. La stevia es hasta 40 veces más dulce que el azúcar y no contiene calorías. Y es completamente natural, así que también le gana la partida al aspartamo y la sacarina. Los contras: su ligero regusto final (como a anís o a regaliz), y ciertas reticencias sobre su inocuidad absoluta: los guaraníes la utilizaban como anticonceptivo, por lo que numerosos estudios actuales intentan eliminar las sospechas sobre que, a largo plazo y en dosis elevadas, incide sobre la fertilidad.
Las hojas de la stevia son un endulzante natural sin calorías.
9. El kelp. Este tipo de alga marina de color pardo y hasta 90 cm de altura (Fucus vesiculosus) crece rápidamente y en aguas poco profundas, creándose verdaderos “bosques” balanceantes. Aporta una veintena de vitaminas y minerales, ácido fólico, aminoácidos e hidratos de carbono. Pero es apreciada, sobre todo, por su alto contenido en yodo (que contribuye a regular la actividad de la tiroides) y de algina (que proporciona sensación de saciedad y reduce el apetito). Parece que ya en la Grecia Clásica se utilizaba para perder peso. Hoy en día es muy habitual en las cocinas japonesas, al igual que otro tipo de algas más conocidas ya por estos lares como la kombu, la nori y la wakame. El polvo de kelp se emplea sustituto de la sal, en sopas, ensaladas…