El piercing
Ya estamos aquí. La tienda no está mal, ya me habían hablado de ella. Se la ve muy limpia y con una decoración muy apropiada para el tipo de establecimiento del que se trata. Nos acercamos al mostrador y ahí está. Plateado, con esa piedra turquesa en su interior que parece una gota de sangre dentro de un mar de plata. Ese pendiente quedará fenomenal en mi ombligo, solo tengo que ponerme en manos de un profesional que sepa hacerme ese piercing que llevaba deseando hacía tanto tiempo.
Mientras espero mi turno sentada en el sillón, observo la habitación: posters de gente tatuada y llena de piercings que inundan las paredes, en la mesa podemos ver catálogos que nos pueden dar una idea del tipo de tatuaje o piercing que podemos hacernos (en el caso de haber llegado con las cosas poco claras) y ese precioso mostrador repleto de pendientes adecuados a cada parte de nuestro cuerpo: orejas, nariz, ombligo, cejas…
Miro el reloj. He llegado un poco pronto, así que me pongo a ojear una revista y descubro algo más sobre lo que he decidido hacerme. Me quedo sorprendida al ver que el piercing tiene una tradición tan arraigada.
Aunque en los tiempos que corren, quien se hace un piercing puede tener muy variopintos motivos (por moda, para diferenciarse del resto de la gente, por razones de étnia…), antiguamente quien lo llevaba lo hacía por unos motivos muy claros.
En sus orígenes, los hombres se agujereaban el cuerpo con huesos, astillas, elementos punzantes…, para demostrar su valentía ante el resto de sus congéneres. En Roma se solían colgar pendientes de los pezones y el pueblo francés, ya en el siglo XVIII el llevar un piercing era una distinción de nobleza.
La moda del Body Piercing ha pasado por diferentes países, épocas y situaciones, llegando hasta nuestros días como un fenómeno que se da principalmente entre los jóvenes y que comenzó a desarrollarse en ciudades como Londres o Amsterdam.
Cuando vayamos a hacernos un piercing debemos prestar mucha atención a las condiciones sanitarias que disponga el centro. La persona que vaya a realizar la “perforación” deberá hacerlo con guantes de tipo quirúrgico y empleará material esterilizado en todo momento.
Aunque se puede efectuar con pistola, es aconsejable que se realice con una aguja estéril, sobre todo con vistas a reducir los posibles riesgos de contagios de enfermedades como la Hepatitis B y C, o del virus del Sida. El pendiente que nos pongamos cuando nos hagan el piercing deberá de ser de acero inoxidable de uso quirúrgico, oro o titanio, para evitar alergias y posibles infecciones. No conviene ponernos un pendiente cualquiera, por muy bonito que sea, si no nos ofrece la seguridad de que no nos va a ocasionar problemas a posteriori.
Ya tenemos hecho nuestro piercing. Ahora vamos a cuidarlo durante la fase de cicatrización de la herida, ya que debemos saber que tardan en curar un determinado tiempo dependiendo de la zona en la que nos lo hayamos hecho. Ya sea en la ceja, nariz, ombligo, labio, lengua… la higiene va a ser el factor clave en la recuperación de la piel perforada.
Cada día lo limpiaremos con agua y jabón neutro, moviéndolo mientras lo lavamos para evitar la formación de posibles quistes.
No aplicaremos ninguna pomada o loción sin el previo consentimiento de la persona que nos lo haya realizado. Nadie mejor que ella para aconsejarnos sobre el cuidado de nuestro piercing.
Si cada día lo lavamos como se ha indicado, evitamos tocarlo si no es para limpiarlo, no nos ponemos objetos que puedan oxidarse (artículos de plata o níquel) y ante cualquier cosa que se salga de lo normal o nos parezca extraña en el proceso de cicatrizado acudimos donde nos lo hicieron, nuestro piercing no tendrá porqué darnos ningún tipo de complicación.
Para aquellos que se lo hayan puesto en la lengua, deben procurar comer sopas y purés al menos los primeros días, evitar las comidas picantes y el alcohol, enjuagar la boca con agua salada varias veces al día y siempre después de las comidas. En este tipo de piercings internos se recomienda que tras comer, beber o fumar se aclare la boca con algún antiséptico durante unos segundos.
En el caso de habérnoslo hecho en la cara (ceja, oreja, nariz), deberemos evitar el uso de maquillajes y cremas que puedan irritar la zona perforada.
Pero si nuestra elección fue el ombligo o la tetilla, entonces se recomienda que para aliviar posibles molestias en esta zona, la lavemos con agua tibia salada.
Los piercings en genitales son más propensos a sufrir infecciones por lo que los cuidados deberán ser más minuciosos.
Evitar el uso de espermicidas y lubricantes es un punto a considerar ya que por su composición química pueden producir reacciones alérgicas e irritaciones.
Antes de mantener relaciones sexuales es aconsejable limpiarlo y, aunque no se recomienda practicar sexo durante la fase de cura, si se hiciera sería siempre con preservativo.
Habiendo visto qué considerar a la hora de hacernos un piercing y los cuidados que debemos dedicarle, solo nos queda apuntar que vivimos en una sociedad donde el culto a la belleza está a la orden del día y que, técnicas como el tatuaje o el piercing ayudan a que cada uno forje su propia imagen, su propio estilo. Pero no debemos olvidar lo que hemos oído muchas veces y que debería ser una máxima universal: la belleza está en el interior y no en el exterior.