HOMBRE: QUÉ ES LA IDENTIDAD MASCULINA?
La identidad masculina es una construcción cultural, no se trata de algo biológico. Las características que consideramos masculinas se adquieren a través de un proceso de aprendizaje, el cual se da en el seno de la familia, la escuela, a través de los medios de comunicación, el barrio…
El concepto de masculinidad varía en función del contexto histórico, sociocultural, económico…
En nuestra sociedad y a lo largo de la historia ha existido y aún perdura en la actualidad una desigualdad entre lo masculino y lo femenino, que se expresa condiciones de rasgos, estatus o poder que se le asigna a cada uno. Los varones son vistos como sostenedores económicos de la familia, racionales, poseedores de la iniciativa sexual, dominantes, exitosos, poco sentimentales, competidores, aislados emocionalmente, valientes etc. Este modelo de masculinidad lleva implícito un alto componente de dominación hacia las mujeres.
Antes de que nazcan los bebés, las familias ya tienen expectativas en función del sexo del nuevo miembro de la familia, tras el nacimiento y a medida que van creciendo van tomando posición en la realidad en la que se encuentran, y van aprendiendo las conductas que se consideran adecuadas en su entorno, a través del modelado de sus mayores, que premian las conductas típicas de su sexo y restringen las que supuestamente no lo son. Desde pequeños los varones se ven en la obligación de “convertirse en hombres”, en la obligación de conquistar la virilidad, proceso duro, para el que u varón debe renunciar a muchas cosas, como el desarrollo emocional pleno, la libre expresión de sentimientos… Por lo tanto un niño que crezca en un ambiente en el que el modelo imperante es la masculinidad dominante machista, aprenderá conductas machistas de dominación hacia las mujeres; esto nos indica que las conductas machistas se pueden modificar para dar lugar a una sociedad más libre.
La identidad masculina se ha construido históricamente en oposición a la identidad femenina, es decir, ser masculino es no ser femenino, es el opuesto, y los comportamientos femeninos son mal vistos en los varones, por lo que han de renunciar por completo a su lado femenino, de manera que se ven obligados a renunciar a una parte importantísima para su desarrollo. Además este ideal de masculinidad, hace que los varones traten de demostrar constantemente su virilidad a través de actos que lo alejen de lo femenino, y en muchos casos estas demostraciones están ligadas a la agresividad y la violencia.
A pesar de que las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, son reales y no modificables, los procesos de socialización son los que más peso tienen en las conductas típicas femeninas o masculinas.
En este momento la identidad masculina esta sufriendo un proceso de evolución, motivado en gran parte por los cambios que han protagonizado las mujeres y a la conciencia de que un modelo tan rígido no permite que las personas nos desarrollemos como seres completos y plenos, y esto solo se podría conseguir, si los varones dejaran de reprimir su parte femenina y las mujeres explorásemos nuestro lado masculino.