El mediador en separaciones matrimoniales es la persona encargada de amortiguar el choque, de salvaguardar los derechos de cada parte, de proteger a los hijos y de reducir, al mínimo, los inconvenientes de una decisión, por lo general, dolorosa. Y, todo ello, sin llegar a un juicio.
El mediador no pretende otra cosa, que reducir el coste emocional de las separaciones y el tiempo requerido en el proceso. Hace de puente y restablece una mínima comunicación, que permite a los cónyuges llegar a un acuerdo práctico.
La figura del mediador se sitúa en un punto equidistante entre las partes. Su misión es la de sugerir salidas viables al conflicto, sin imponer nada. Se atiene siempre al principio del mal menor.
Por lo general, los divorcios suelen estar impregnados de violencia, lo que genera una espiral de frustración y más agresividad. Esta situación acaba destrozando a la familia psicológicamente, además de alargar y encarecer los trámites. El mediador puede cortar con esta dinámica, desviando los golpes que los miembros de la pareja suelen lanzarse.
Evitar el paso por el juzgado
La proliferación de divorcios en España, está generando nuevas necesidades sociales. Entre otras razones, para garantizar los derechos de las diversas partes y, para proteger a la que aparece como más vulnerable, es decir, a los hijos.
Fernando Fernández Martín, juez Decano de Madrid, afirma que ”sólo un porcentaje mínimo de divorcios se hace de mutuo acuerdo. La mayoría de ellos requiere un proceso de negociación, para llegar a un convenio regulador”.
Aquí, en la negociación, es donde juega su papel el mediador. Interviene como observador neutral. Suaviza las tensiones, favoreciendo así, que ambas partes lleguen a un acuerdo sin necesidad de juicio. El paso por el juzgado suele ser muy traumático. Y, muchas veces, deja graves secuelas psicológicas en todos los implicados.
Una buena solución
Teniendo en cuenta esta realidad, el Consejo de Europa ha recomendado, recientemente, este método para solucionar las crisis familiares y conyugales. Esta recomendación viene avalada por el resultado de un estudio realizado en países, como Argentina, donde desde hace años existe la figura del mediador.
En dicho estudio se afirma que el mediador mejora la comunicación entre los miembros de la familia, reduce los conflictos entre las partes en litigio y da lugar a arreglos amistosos. Además, reduce los costes económicos y sociales de la separación, tanto para las partes, como para los Estados y rebaja el tiempo necesario para la solución de los conflictos.
Concepto jurídico
José Landete Casas, licenciado en Derecho, entiende por mediación ”La participación en una disputa entre dos partes de una tercera persona neutral, ajena al problema. Es un método alternativo, no adversarial”.
Se entiende como método alternativo ya que, lejos de suplantar la actuación jurisdiccional, la auxilia. No es útil en casos donde la desigualdad de las partes hace necesaria la intervención del juez. Si no para aquellos supuestos en que ”dos partes iguales pueden disponer de tal forma sus bienes y derechos que logren poner fin a la lucha que les enfrenta”.
Se considera que es un método no adversarial porque nace con vocación de que no haya vencedores ni vencidos, de que se acabe con el litigio, sin litigar. El hecho de la intervención de un tercero, ajeno al problema es el elemento esencial del concepto de mediación. A su vez esta característica implica una serie de exigencias.
Actitud a tomar por el mediador
Tercería, es decir, el mediador no se puede confundir con ninguna de las partes afectadas.
Ajeneidad, al problema que enfrenta a los particulares. Ello implica que el mediador sea neutral e imparcial y, no se puede involucrar sentimentalmente.
Confidencialidad en el desempeño de su misión. El mediador se compromete a que no haya fugas de confesiones de una a otra parte, respecto de las audiencias o sesiones privadas.