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¡Larga vida a la Universalidad! [24-04-2020]

 

Parece que la globalización, ese termino acuñado en los años ochenta en el mundo anglosajón, que la RAE recogió en su diccionario en el 2001, está en coma irreversible.

 

Tras décadas campando a sus anchas y extendiéndose por el mundo, de mano del crecimiento exponencial de los transportes, la comunicación, el mundo tecnológico, comercial y financiero, la globalización ha acabado devorándose a sí misma, víctima de su voraz apetito, víctima de sus inherentes incongruencias. Se acelera el repliegue del comercio internacional que se había instalado en la deslocalización, proceso que ya había comenzado con la guerra comercial. El viaje internacional sale tocado, víctima de los visados más estrictos, de su encarecimiento, de la recelosa visión hacia las identidades cosmopolitas. Ei individualismo geopolítico puede que salga reforzado, agravando la crisis migratoria. La misma tendencia a las tensiones, a la desunión en los diversos foros internacionales, puede hacer que muchos acuerdos queden suspendidos y los planes pospuestos. Puede que los esfuerzos contra el cambio climático se vayan al traste, en este sálvese quien pueda generalizado. Puede que sean necesarios varios sustos climáticos para volver, forzosamente, a la coordinación y probablemente entonces, ya habremos cruzado varios umbrales de irreversibilidad.

 

Para que la globalización hubiera sido positiva debería haber sido para ricos y pobres por igual, debería haber aportado el mismo grado de derechos que de riquezas, el mismo grado de equidad social y justicia que de prosperidad económica y buenas comunicaciones.

 

De aquí nace mi reflexión con respecto a la universalidad como término contrapuesto a la globalización, aunque pudieran parecer sinónimos, para nada lo son como concepto. Ambos conceptos no van de la mano. La globalización se da en las tecnologías, en el mercado, en el turismo, en la información, en el mundo financiero… La universalidad acoge los valores, los derechos, las libertades, la cultura, la democracia, la solidaridad…

Pero fuimos presa del voraz consumismo, de la cultura del bienestar, nos hicimos insensibles a los gritos de los demás, caímos en la globalización de la indiferencia, al parecer la dignidad humana, la responsabilidad como especie, no estaban recogidas en el plan de globalización.

 

Creo que vamos a necesitar de nuevo la universalidad de nuestros mejores valores, de los más humanos y solidarios, que no caritativos. pues hay una gran diferencia, la solidaridad es horizontal y se practica de igual a igual, sin embargo la caridad se practica de arriba a abajo, humillando a veces al que la recibe y no alterando jamás, para bien del poderoso, las relaciones de poder.

 

Quizá sea utópico, pero la utopía es necesaria y debe estar en el horizonte, aunque con cada paso que demos se aleje otros diez y nos haga cuestionar para qué sirve, nos haga verla como algo inalcanzable. Pues sirve para eso, para caminar, para dirigirnos, en el necesario e inevitable tránsito, en busca de su destino hacia un mundo mejor.

 

Parece titánica tarea y seguramente lo es, pero puede ser viable actuando como laboriosas abejas, como disciplinadas y colaborativas hormigas. Parafraseando a Galeano: “mucha gente pequeña, en muchos lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo.”

 

Esta crisis vírica que estamos viviendo a dado la puntilla, a herido definitivamente de muerte, a la globalización. En lo que se transforme nuestro mundo va a depender, más de lo que creemos, de nosotros mismos. No sólo a través de la introspección, del autoconocimiento, de la reflexión, que nos permitan ser mejores personas, y al ser mejores como individuos, podamos ser mejores como colectivo, como humanidad. Sino también haciendo que cobre valor lo cercano, lo local, lo sostenible, el entorno, demandando más los productos de cercanía, volviendo a la estacionalidad de éstos, al cultivo racional en función del clima, a cambiar plástico por barro, palabras vacías por compromiso colectivo, egoísmo exacerbado por conciencia planetaria, voraz alocado progreso por crecimiento sostenido…si demandamos estos productos sostenibles, es posible que la oferta se vaya adecuando a la demanda, como siempre a ocurrido.

 

Queridos míos: ¡La Globalización ha muerto, larga vida a la Universalidad.!

 

Buen día a tod@s!!!

 

Os quiero Bandid@s!!!

“Me siento más confiado que nunca de que el poder para salvar el planeta descansa en el consumidor individual.” Denis Hayes

Hoy os regalo una canción como cada día, un ecológico, sostenible y bello tema, poco conocido, de Michael Jackson, ” Earth Song”, espero sorprenderos gratamente, os dejo con esa “Canción a la Tierra”, que la disfrutéis.

el-pinche-feliz

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