El nacimiento de un hijo implica ciertas responsabilidades que los progenitores deben asumir. Aunque es una fuente de orgullo, la responsabilidad puede resultar axfisiante para algunas personas.
Sus roles cambian y las tensiones aumentan a nivel físico y psicológico: los gastos aumentan, las horas de sueño y dedicación al ocio disminuyen, el cansancio aumenta (sobre todo en la madre) y el padre puede sentirse dejado de lado. El estrecho vínculo que desarrolla la madre con su hijo puede ser causa de envidia de su pareja, la comunicación y las actividades en común pueden disminuir e incluso pueden presentarse problemas sexuales.
No es de extrañar que ante estos hechos los conflictos puedan aparecer, o agravarse en el caso de que ya existiesen. Por eso es conveniente recordar que el nacimiento de un hijo no arregla la situación de una pareja conflictiva, sino que supone una fuente de estrés añadida y que es necesario que la pareja reserve un tiempo para sí misma y para su desarrollo.
Las reacciones del padre y de la madre son diferentes ante el nacimiento de su hijo. La madre modifica su vida para desempeñar lo mejor posible sus roles maternales y familiares, mientras que el hombre se implica más en su trabajo para asegurar el bienestar económico. En esta etapa el hombre no debe olvidarse de apoyar emocionalmente a la mujer y la mujer no debe centrarse únicamente en el cuidado del hijo.
Un factor importante que influye en la adaptación a la paternidad es la edad a la que se tienen los hijos. Según los estudios, el ajuste es mayor en aquéllas parejas que posponen este momento hasta ver desarrolladas o, al menos, encaminadas, sus necesidades, relaciones conyugales y metas personales. La seguridad y estabilidad les permite disfrutar más de la función de padres.
Cambios que se producen con la llegada de un hijo
- Nuevos roles y responsabilidades: la crianza de un hijo conlleva responsabilidades económicas, emocionales, de cuidado, etc., a las que es necesario responder.
- Cambios en la identidad y en la vida interior: el sentido que cada persona tiene de sí misma cambia: ahora se es un “papá” o una “mamá”, algo que nunca antes se había sido y que puede resultar extraño a la persona misma. También su idea del funcionamiento de la familia, tal y como se desarrollaba antes del nacimiento, va a cambiar.
- Cambios en los roles y en la relación del matrimonio: el nuevo trabajo que implica el bebé hace que los padres deban modificar sus roles y repartirse nuevas tareas. El tiempo que tienen para dedicarse a ellos mismos disminuye y es menos flexible; esto conlleva un cambio en su forma de relacionarse entre ellos.
- Cambios en los roles respecto a las relaciones entre generaciones: esto significa que si la pareja desempeñaba antes el rol de “ser hijos” de unos padres, ahora el bebé pasa a ser el hijo de unos primerizos padres. Los anteriores padres toman en este instante el rol de abuelos. Todas las relaciones varían al tener que desempeñar nuevos papeles.
- Cambios en los roles fuera de la familia: esto sobre todo influye a la madre, que puede que tener que interrumpir su actividad profesional, al menos, por un tiempo.