¿Es cierto que la crema dental blanquea nuestros dientes? ¿Y eso de que hay ciertas comidas que, por el contrario, los oscurecen? ¿Qué hay de verdadero en que el color del esmalte lo podemos cambiar?
Esas y otras muchas preguntas podrán verse resueltas si leéis con detenimiento este artículo. Nuestra intención es enseñaros cómo mantener una correcta higiene bucal a través de una buena alimentación combinada con una adecuada higiene dental diaria.
No sólo de dientes se compone la boca, eso debemos tenerlo muy claro a la hora de ponernos, cepillo y pasta dentífrica en mano, a asear nuestra preciada dentadura. Encías, paladar, lengua y carrillos son otros de los “inquilinos” de esa tarjeta de presentación que constituye nuestra boca y que resulta ser una de las partes del rostro más estimadas.
Todas esas partes que componen nuestra boca requieren de una limpieza diaria y específica, empleando en cada una de ellas unos instrumentos especiales y unos productos concretos. La pasta dentrífica, el cepillo y la seda dental, los conos de goma, los colutorios, los cepillos interproximales…, son algunos de los aliados de nuestra boca en la lucha contra la caries, la piorrea o el sarro.
Pero, si cada persona es un mundo, cada boca también lo es.
Por ello sería conveniente ir con frecuencia al dentista para que, además de las revisiones que se deben realizar cada seis meses y que nadie debe saltarse, éste nos recomiende qué tipo de cepillo dental usar, o si resulta aconsejable o no el uso de cierta pasta dentífrica (todo el mundo no tolera de igual manera las diferentes pastas de dientes.
No debe resultarnos “bochornoso” acudir a su consulta para que nos enseñe correctamente a usar todos los instrumentos que se emplean en la limpieza de la boca. La ignorancia o mal uso de ellos nos puede llevar en un futuro a padecer de verdaderos problemas dentales por no haber recibido a tiempo esa información. Nunca se es tarde para aprender ¿verdad?.
Os vamos a revelar a continuación cómo realizar un correcto cepillado dental.
Con cuidado de no dejarnos ni un solo diente sin cepillar, empezamos por los superiores, cepillándolos de arriba a abajo con suavidad pero también con insistencia. Los inferiores, en cambio, los cepillaremos de abajo a arriba. No debemos olvidar las cavidades interiores de los dientes. Así que cuando acabemos con la parte “visible” de nuestra dentadura, empezaremos con la “oculta”.
Los molares se limpiarán con continuos movimientos circulares.
El uso de seda dental para limpiar en profundidad los dientes y de elixir para después del cepillado, resultan indispensables para completar esta tarea diaria.
Algunas de las enfermedades dentales más comunes y contra las que tenemos que combatir son la caries (enfermedad infecciosa que ataca la superficie del diente causando su deterioro), la piorrea (ésta ataca a las encías y si no se ataja a tiempo puede llegar a provocar daños severos en la estructura dental), la placa bacteriana (produce un aumento de las sustancias ácidas de la boca provocando la corrosión del diente), el sarro (es la placa bacteriana endurecida y que deberá ser retirada por un odontólogo), la gingivitis (inflamación de las encías que provoca dolor y sangrado de las mismas. Previniendo la aparición de estas enfermedades, o si ya es tarde erradicándolas, junto a una correcta alimentación, podremos disfrutar de una boca sana que nos durará toda la vida.
El odontólogo nos orientará, como hemos visto, de cómo lavarnos la boca adecuadamente y de llevar un control de nuestra salud bucal para poder contar siempre con unos dientes fuertes y saludables. Pero, aunque nuestra cita con él es inexcusable, también debemos ser responsables con nosotros mismos y procurar a nuestros dientes lo que necesitan: una buena limpieza diaria y una correcta alimentación.
No debemos abusar del dulce, ya que el azúcar es un enemigo muy poderoso de nuestros dientes. Por ello, siempre que tomemos alguna comida o bebida dulce, deberemos lavarnos la boca para evitar que prolifere el riesgo de caries. Eso de poner azúcar en los biberones y chupetes de los bebes resulta, a la larga, un mal hábito que puede tener consecuencias a posteriori.
En cambio, resultan beneficiosos para nuestra dentadura y para nuestra salud en general el consumo de verduras, frutas, leche y ensaladas, todos ellos ricas fuentes de calcio, vitaminas y minerales.
Dos cosillas: el tomar queso curado después de comer es muy bueno para evitar la aparición de la placa bacteriana por el alto contenido de calcio y fosfato que contiene y, en caso de padecer alguna enfermedad en la que uno de los síntomas sea la boca seca, conviene beber mucho líquido. Esto se debe a que la saliva tiene como componentes principales iones de calcio y fósforo, cuya misión es proteger la integridad del esmalte dental y al pasar por un período en que no se segrega la cantidad suficiente de ésta, dicho esmalte puede verse deteriorado. De ahí la necesidad de producir, de alguna manera, esos componentes necesarios para el mantenimiento dental.
Ya casi lo olvidaba: La crema dental no blanquea los dientes, sólo elimina esa placa que hace que se vuelvan amarillentos; sí que es cierto que algunos alimentos y bebidas oscurecen nuestra dentadura, como el café, el té o el tabaco; y sí, es verdad que el color del esmalte se puede cambiar a base de un gel blanqueante y una moldura que el odontólogo nos hará basándose en nuestra mandíbula y que deberemos ponernos cada noche durante varias semanas hasta alcanzar los resultados deseados.
Haciendo este artículo he retrocedido atrás en el tiempo, situándome frente al televisor de mi casa cuando apenas contaba con seis años y veía ese dibujo animado naranja y lleno de pelo que nos decía que nos laváramos los dientes con “…mucha pastita y agua corriente…”. La verdad es que era una eficaz manera de que los “enanos” de entonces aprendiéramos buenas costumbres.
Gracias “Casimiro” por animarnos ya desde tan pequeños a cuidar nuestra boca.