Algunos datos interesantes
El 88% de los españoles considera la fidelidad algo fundamental en la pareja. Pero el 46% de los hombres se declara infiel. A pesar de la evolución social, esta cifra sólo alcanza el 17% entre las mujeres.
Las relaciones a tres bandas siguen siendo algo más masculino. La infidelidad es un tema presente desde siempre en las relaciones de pareja. Tanto es así que, según una encuesta del Centro de Investigación Sociológica (CIS), el 88% de los españoles considera fundamental la fidelidad.
Pero la realidad es muy diferente a lo que podría reflejar ese dato, porque la infidelidad es consustancial al género humano, o al menos eso es lo que creen los profesores Robert Wright y David Bush, de la Universidad de Michigan. En su estudio hablan de la existencia de un gen de la infidelidad que invita y obliga a la variación de pareja. Quizás esa sea la causa de que en el informe elaborado por el Instituto Dexeus, de Barcelona, el 42% de los hombres se declare infiel, mientras que en las mujeres la cifra baja hasta el 17%.
Un poco de historia
La fidelidad, que nació en el pasado asociada a la monogamia y a la necesidad de garantizar la paternidad y la herencia, siempre se ha aplicado con diferentes raseros entre hombres y mujeres. Nunca fue totalmente necesaria para el hombre y sí fue una forma de control de la esposa o compañera.
La entrada de las mujeres en el mundo laboral, los anticonceptivos y el proceso de evolución vivido en los años 60 dieron pie a un discurso feminista que trató de equilibrar la balanza. La infidelidad también pasó a ser cosa de mujeres, sobre todo entre la población más joven. Sin embargo, ya en el pasado se instaló, y aún perdura, una forma de infidelidad que es más propia del género masculino: las relaciones a tres bandas.
Este tipo de relaciones, que van mucho más allá de un affaire, son de por sí mucho más complicadas, sobre todo si hay una familia de por medio. Los problemas se multiplican para “la amante”, porque esa relación no es cosa de dos, sino de tres, y en la mayoría de las ocasiones es la parte más desfavorecida. Este tipo de romances, como el resto, da comienzo con un chispazo que desencadena la atracción entre dos adultos. Es muy posible que al principio ella no sepa que su enamorado está casado y para cuando lo descubre ya es demasiado tarde. Lo único realmente importante entonces son los encuentros, los momentos para estar y disfrutar a solas.
Posibles causas
Al amor se puede llegar por muchos caminos, pero siempre influyen las vivencias y las experiencias vitales y emocionales de cada uno. Hay personas que llegan al amor por la senda de la realidad: la atracción que sienten está basada en las aficiones y los gustos comunes.
Otros necesitan enamorarse de la imagen idealizada del compañero. Y hay quien encuentra el amor después de un desamor al entregar su corazón a la persona más próxima que ha sido quien le ha consolado y aliviado su pena. Pero también se puede acceder al amor por rivalidad. Lo realmente atractivo es que haya una tercera persona con la que se pueda competir para ver quien se lleva al enamorado. Esto es lo que, según los psicólogos, suele suceder cuando una mujer se enamora de un hombre casado.
Los triángulos amorosos suelen surgir entre personas de diferente edad y diferentes roles sociales. Ellos tienen entre 45 y 55 años. Están valorados socialmente y tienen una buena situación profesional y económica. Ellas, más jóvenes, de 25 a 35, ocupan puestos de menor responsabilidad. La infidelidad también sabe de números y clases sociales. La fidelidad suele estar más asociada a economías modestas y a niveles culturales inferiores.