Fugaces encuentros con los pobladores aéreos [04-05-2020]
Está comenzando a amanecer, abro la ventana y de pronto me percato de la presencia de un mirlo, negro con su pico rojo, posado en un poyete de la plaza, me mira entre curioso y sorprendido, gira su cabeza ligeramente hacia un lado y hacia arriba, para observarme mejor, tras unos segundos de intercambiada mirada, emprende un vuelo rasante alejándose hacia el parque, cerca del río.
Este fugaz encuentro me recuerda lo mucho que he aprendido estos días, observando, tras muchas horas de balcón, sobre los pobladores aéreos. En una ciudad pequeña y tranquila se pueden observar multitud de aves, más ahora en primavera, con la llegada de las migratorias. Probablemente siempre han estado ahí, pero no había tenido el tiempo y la calma para poder apreciar sus cantos y vuelos, para poder distinguir tan variadas especies, ayudado también por la indagación en blogs y páginas de ornitología.
Muy pocas horas del día, por no decir ninguna, dejan de tener algo de presencia, ya sea visual o sonora, estos maravillosos seres. Desde el amanecer, el aflautado y melódico canto del mirlo con sus toques melancólicos, anuncia su presencia, proclamando que es uno de los grandes madrugadores. Enseguida, una orquesta de diversos trinos se suceden de inmediato. Los bulliciosos gorriones, reunidos en grandes grupos, saludan al nuevo día con sus nerviosos y variados repertorios de reclamos sencillos. Entonces los trinos cortos, finalizados con una especie de risa, anuncian la incorporación de los herrerillos a la exaltación del alba. A continuación, irrumpen los ágiles, veloces y nerviosos vencejos, escandalosos y agrupados, con piruetas y maniobras aéreas propias de los mejores acróbatas, con su característica voz aguda de chillidos breves, cortos, algo monótonos, en momentos acelerados, como su vuelo. Un poco por debajo de estos, a menor altura se aprecia a las golondrinas, con su rápido parloteo musical, formado por gorjeos escalonados que finalizan en un “prrrr…” característico, intercalando algunos “uit,uit…”.
Entre medias, el reconocible arrullo de las palomas, irrumpe, fusionado con el aleteo producido por algunas de ellas al emprender el vuelo desde el fondo de la plaza, al precipitarse sobre ellas un jolgorioso perro, de paseo con su dueño.
El castañeo de las cigüeñas también se une a la fiesta, como no, tampoco desea pasar desapercibido, ese sonido conocido por “crotoreo” es un viejo conocido de estos lares, uno de los más identificables, que estas bellas aves ejecutan como salutación a su pareja, por regla general. No tardando puede que haga su aparición algún cernícalo, pequeña y ágil rapaz, que he aprendido a identificar recientemente. Hace unos días pude apreciar como en estático vuelo, de cara al viento, como si fuera un helicóptero, una de ellas permanecía fija a varios metros sobre es tejado del centro de salud, de pronto, a una velocidad vertiginosa , se precipitó sobre el tejado y tras unos breves segundos de espera, emergió con algo entre sus garras, por la especie de cordón que colgaba hacia un lado de las garras deduje que, probablemente, seria un pequeño reptil que estaba recargando su energía al sol, todavía lento y entumecido por el fresco de la mañana.
Esto me recuerda que a mediodía, no faltaran a su cita, otras rapaces de gran tamaño, oportunistas, cazadoras y carroñeras. Todos los días algunos milanos negros circunvalan el cielo perimatrando todo lo que abarca entre la muralla, el río y la plaza, vuelan en círculos a gran altura, escudriñando todo, en busca de comida fácil si es posible, aunque he presenciado algún picado en persecución de las palomas. No dudaran en atacar a pequeñas mascotas o pájaros enjaulados en las terrazas, en su descaro y desparpajo de piratas aéreos, por eso mis gatitas, en estos días, tienen el acceso a las ventanas restringido al protegido alféizar, entre las mallas de acero de las mosquiteras, no quiero sustos.
Con la caída del sol, y la llegada de la noche, otros sonidos sustituyen a esta variada y nutrida orquesta diurna. Los agudos y entrecortados chillidos de los murciélagos, este curioso mamífero alado, el único capaz de disputar el medio aéreo a las aves e insectos, revolotea en veloces y girados vuelos a la caza de éstos últimos, sobre todo en el “aura” de las farolas, pobladas de insectos voladores nocturnos. También otro extraño sonido, similar a una alarma o algo así, un canto que es característico del autillo, una pequeña rapaz nocturna que produce un característico “tiuu” a cortos intervalos, he leído que principalmente en primavera, pueden durar horas estas, más que serenatas, “sirenetas”… por su parecido con una alarma de coche.
Más tarde, en la mitad de la noche, habrá un breve momento para el silencio o más bien casi el silencio, para la quietud solo rota por el siseo de las aguas del Duero, que pronto será dado por concluido por el canto de algún mirlo, anunciando la alborada y terminando este breve texto como empezó, con un mirlo y yo.
Buenos días a tod@s!!!
Os quiero Bandid@s!!!
*la foto que acompaña al texto es de un milano negro observado desde mi balcón…
“Que mi corazón esté siempre abierto a pequeños pájaros que son los secretos del vivir.” * Edward Estlin
¿Qué canción podría competir con semejante orquesta?, buena pregunta, que decida el azar…le doy a la reproducción aleatoria…and the winner is… “Sultans Of Swing, de Dire Straits…DPM…suene pues…