¿Cuántas veces oímos decir “noooo, yo al psicólogo no voy! Pagar para hablarle a un extraño?” o “Mejor lo consulto con un amigo que me sale gratis”. Estos son sólo algunos ejemplos de lo que aparece en el imaginario de las personas en cuanto a las terapias.
Hoy vamos a tratar de comprender qué cosas son ciertas y cuáles no acerca de la consulta y posterior tratamiento con un profesional de la salud mental.
El pedido de ayuda serio. Un profesional (cualquiera sea su especialidad) es una persona capacitada en la materia, porque estudio en la universidad, porque tiene una formación de grado y por eso un título que avala ese paso por la universidad. Luego, una matrícula que lo habilita a trabajar.
Además, el terapeuta o psicólogo, es una persona que puede ayudar a pensar cuestiones con una mirada objetiva. En la relación terapeuta-paciente se trata, de dejar los sentimientos de lado. Esto es, que la relación sea meramente profesional, a fin de que los sentimientos no hagan obstáculo en el tratamiento. Es por eso que los terapeutas no pueden tener como pacientes a personas conocidas: amigos, parientes, colegas, etc. Con lo cual, cae por tierra la célebre frase “antes que ir a un psicólogo, mejor le pido consejo a un amigo”.
Nicanor dice en la primer entrevista ”vengo porque ya intenté todo antes de ver a un Psicólogo, hablé de mis cosas con mis amigos, pero la cosa no se soluciona”.
Por otro lado están los pacientes que llegan al consultorio “derivados” por su médico, pediatra, psiquiatra, colegio, trabajo, etc. Si bien en estos casos el pedido de ayuda es secundario (ya que el paciente no llega con una legítima demanda) se trata de poder poner de manifiesto cual es la causa real del padecimiento de forma tal que el paciente se encuentre comprometido en lo que le sucede.
La propuesta. Nadie viene al consultorio a contar lo bien que le va en la vida, que feliz está, cuanta dicha tiene… Los pacientes llegan angustiados, tristes, conmovidos y en algunos casos desesperados pidiendo a gritos que los ayudemos a estar bien.
El terapeuta ofrece una escucha y una propuesta diferente al que puede ofrecer algún allegado del paciente. En esta escucha y esta propuesta, pone todos sus conocimientos a disposición de la situación particular de cada paciente. Ofrece “posibilidades de cambio” intentando mejorar la situación de la persona que sufre. Por supuesto que los cambios tienen que ver íntimamente con el paciente. Está la decisión de cada uno querer cambiar o no. O, al menos, intentarlo.
Por otro lado, el terapeuta no puede juzgar ni discriminar, así que, el paciente puede “abrirse” contar sin tapujos todo aquello que le pasa o siente. Incluso sus fantasías, sus cosas más intimas, aquellos sentimientos que en otro contexto que no fuera el del consultorio, serían censurados. Durante el tratamiento, el paciente puede sentirse cómodo o al menos exponer una situación sin sentirse señalado.
Rosana dice, ya entrado el tratamiento “hay cosas que solamente puedo contar acá. Acá me relajo, me entrego. Sé que nadie me va a juzgar.”
No hay universales. En Psicología, se trabaja con el caso por caso. Con el problema o situación que cada paciente tiene por resolver. No hay soluciones universales a los problemas que trae cada paciente. No se trata como en la medicina por ejemplo, donde para una determinada enfermedad se indican determinados fármacos. No funciona así el campo y la clínica de la Psicología. Por el contrario, al trabajar con cada caso en particular, hay posibilidades diferentes para cada persona. Esto permite un abanico de opciones y por qué no, una adaptación al caso de cada paciente. Las posibilidades tampoco son universales, con lo cual, las posibilidades también son plausibles de ser adaptadas.
Hacer la experiencia. Cada persona debería permitirse al menos, pasar por un consultorio psicológico. Creo que todos tenemos problemas o cosas por resolver. Habrá quienes se animan y quienes no, quienes están desesperados y quienes no, quienes están mejor y quiénes no. Pero en definitiva, todos podemos estar mejor. Esta en cada persona decidir si es el momento o no de hacer una consulta con un profesional de la Salud Mental.
Lic. Valeria Pereira