Yin, Yang y los Cinco Elementos
La tradición Taoísta china nos habla del Yin y el Yang como las dos polaridades primordiales de la energía que aparecen como primera manifestación del Tao, o Totalidad Indiferenciada, y cuya combinación sucesiva genera “las diez mil cosas” (es decir, todos los seres y objetos manifiestos).
Las características inherentes a ambas polaridades son:
- Son relativas y no pueden existir aisladamente
- No son opuestas, sino complementarias
- Siempre tienden al equilibrio dinámico
A efectos descriptivos, se acostumbra a relacionar con cada polaridad una serie de pares de cualidades, procesos o situaciones como, por ejemplo:
No hay que olvidar que las polaridades son relativas, y por lo tanto no es correcto calificar objetos, sujetos o situaciones como Yin o Yang en sí mismos, sino que sólo podemos enunciar que “A es más/menos Yin/Yang que B”.
La siguiente manifestación energética que se genera a partir del Yin y el Yang, según la teoría Taoísta, son los Cinco Elementos, que constituyen todos los seres y todos los acontecimientos. Estos elementos son: Fuego, Tierra, Metal, Agua y Madera, y entre ellos existen varias interacciones dinámicas de generación y control.
Obviamente, los Cinco Elementos son asimismo constituyentes del ser humano, y su equilibrio dinámico es lo que nos otorga la salud.
Cada elemento rige determinados meridianos y, en consecuencia, los órganos, funciones corporales y emociones asociadas a los mismos, que deben considerarse en conjunto de forma holística. De esta forma, como se comprueba en la práctica clínica, una emoción alterada afecta al Elemento correspondiente y de ahí nace un desequilibrio energético.
Este desequilibrio, ya sea agudo o crónico, se manifiesta como dolor, que es la señal de alarma de nuestro sistema energético. Finalmente, si se ignora o suprime el dolor sin tratar la causa del mismo se llega a afectar al cuerpo físico y, con el tiempo suficiente, aparece la enfermedad.