Noche de paz, noche de amor…
Bueno, eso dice el villancico. Sin embargo, no es raro encontrarnos en estas fechas tipos y tipas jurando en hebreo porque se han metido en un atasco, poniendo cara de demonio cuando comprueban que se les ha quemado el pavo, o manifestando un tic nervioso en el ojo mientras oyen, ¡otra vez!, ese villancico. Quizá no sea raro que ese tipo o tipa, seas tú mismo.
Estas expresiones a las que acabo de hacer referencia no transmiten precisamente sentimientos de paz y amor. Más bien son el toc, toc, toc del estrés llamando a tu puerta y diciéndote: “¡Ho, ho, ho, feliz navidad!”.
Y es que esta época de buenos deseos para todos encierra también numerosas fuentes desencadenantes de estrés: hacer un buen cierre del año en el trabajo, ir a la peluquería y arreglarme para la cena de empresa, las vacaciones de los niños, comprar la comida para las cenas ¡a última hora!, comprar los regalos ¡a última hora!, empezar el año en estado de tensión porque aún no he sido capaz de dejar de fumar o de ir al gimnasio, aceptar que un año más seguiremos siendo pobres porque no nos ha tocado el Gordo ni el Niño…
Pero estímulos estresantes nos los podemos encontrar en cualquier época del año, no sólo en Navidad. Lo importante es cómo respondemos a ellos. Lo importante es el estilo de afrontamiento del que hacemos gala ante esos estímulos. Y ahí van unos cuantos consejos para que ese estilo nos permita reducir la ansiedad ante tanto estrés navideño:
- Lo importante siempre es tener en cuenta que el estrés se produce cuando percibimos al estímulo como una amenaza que desborda los recursos que tenemos para afrontarlo. Por tanto, analiza bien la situación y busca soluciones.
- Cuidado con las expectativas. No es nada bueno obsesionarse con que las cosas tienen que salir perfectas y creer que a cada segundo hay que ser feliz porque si no ¡no estaré disfrutando de la Navidad! Eso es… un cuento navideño. Permítete ser infeliz, ¡incluso en Navidad!
- Planifica tu tiempo, organízate, establece prioridades, y… ¡no dejes todo para última hora!
- Pide ayuda. Si tienes hijos por ejemplo, y dispones de vacaciones que te gustaría disfrutar exclusivamente en pareja, ¿para qué están los abuelos, los tíos, los vecinos? Los primeros que agradecerán cambiar de aires serán los enanos.
- Quítale la “s” final a la palabra “propósitos”. Mejor sólo uno, un propósito. Está demostrado que si nos proponemos muchas cosas a la vez la probabilidad de hacerlas disminuye. Dirige tu atención y tu energía a una sola cosa.
Y por último, lo mejor que puedes hacer contra el estrés es aprender a gestionar el estrés.
Y para ello, y como además no adentramos en época de regalos, te propongo comprar este libro: Prevención y Afrontamiento del Estrés laboral, escrito por un servidor. Encontrarás en él recursos, estrategias y técnicas aplicadas en terapia para prevenir y afrontar el estrés de una manera eficaz, tanto en ambientes laborales como en cualquier otro tipo de entorno.
Así que ya sabes, la próxima vez que el estrés llame a tu puerta para desearte feliz Navidad, dile que te mande una postal mejor.