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La ansiedad y estrés es más o menos aguda en función del tipo de carácter que encierre ese niño.

 

El estrés no es provocado por las actividades, sino por el tipo de actividades que el niño practique. Lo importante es la calidad de este tipo de prácticas, cómo se les ayuda, si se les estimula o se imponen.

 

Aunque existen normas específicas a tener en cuenta en cada caso, existe una pauta común a cualquier personalidad.

 

La práctica de actividades y ejercicios que el niño realiza nunca deben ir acompañadas de una carga competitiva. La competitividad es uno de los factores de estrés más alarmante.

silencio y los niños

El educador debe recomendar a cada caso el tipo de actividad que sirva para potenciar aquellos rasgos menos definidos.

Nervioso:

el niño con una alto componente nervioso, que roza incluso la hiperactividad, es recomendable la práctica de ejercicio físico. Entre ellos, destaca el judo y la natación, deporte sedante y muy relajante. El niño nervioso no debe practicar deportes que le sometan a unas normas excesivas, ya que generan mucho más estrés. Se deben buscar cauces de sosiego y nunca de competitividad.

 

Tímido:

la timidez es uno de los fantasmas que persiguen a los más pequeños. Para ellos, los psicólogos y educadores recomiendan el teatro, sobre todo si el niño se disfraza o imita a otro personaje. Hay que tratar de buscar que este tipo de personas destaquen. Hay que alabarles y, en definitiva, darles importancia.

 

Agresivo:

la agresividad es uno de los factores que más asusta a los profesores ya que aumenta cada día el número de casos de agresión dentro del propio centro, y en edades cada vez más tempranas. Al niño agresivo conviene estimularle de forma positiva, quitarle carga de su acción. En definitiva, intentar eliminarle la etiqueta de “persona agresiva”.

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