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La soledad es necesaria en ciertas ocasiones, si bien también es cierto que muchas veces el concepto de soledad es mal interpretado, hasta el punto de que hay personas que tienden a aislarse más de lo necesario, en un intento por conseguir estabilidad emocional.

Sentirse solo es diferente a estar solo. La diferencia estriba en cómo percibe y cómo asimila cada persona las distintas situaciones de su vida. Muchas veces estar solo obedece a razones circunstanciales, como por ejemplo un cambio de domicilio, de situación sentimental, o de ciudad o país por motivos laborales.

Independientemente de cuál sea la causa, la soledad nos brinda la oportunidad de encontrarnos, reconocernos y reconciliarnos con nosotros mismos y con lo que nos hace ser nosotros, al tiempo que puede aportar mucho a la construcción de la persona que queremos ser.

Aislarnos completamente de las personas no es recomendable, pues nos confronta, y en ocasiones podría impulsarnos a reafirmar las voces internas de nuestros miedos, preocupaciones y situaciones sentimentales no resueltas.

Tal y como menciona Jaime Sabines, en su poema “Espero curarme de ti”:

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

La soledad es importante en su justa medida, para encontrarnos con nosotros mismos.

A pesar del posible sufrimiento de la situación que estés pasando, hay que saber diferenciar la soledad objetiva de la subjetiva. Es fácil hacerlo, para ello te recomiendo este artículo de mi blog donde profundizo sobre la soledad y sobre cómo salir victorioso de ella de una manera sana y estable.

Pero entonces, ¿dónde radica la diferencia?, ¿cuál es el punto medio?, ¿dónde está el equilibrio?

La respuesta es que necesitas un tiempo y un espacio en los que puedas concentrarte en ti; desconectar temporalmente de las circunstancias que ocurren a tu alrededor (en lugar de aislarte de ellas por completo), para evaluarlas con un enfoque más objetivo. Esto permitirá resolverlas más adelante con la mente más clara, al margen del cóctel de emociones que provocaron.

Cada persona reacciona y se comporta de forma diferente, pero si algo tenemos en común es la capacidad para reflexionar. Regálate un tiempo a solas para hacer uso de esta capacidad.

Si actúas así optimizarás tus recursos personales y tus redes afectivas. Por un lado, no te sentirás aislado ni necesitado de un abrazo cuando lo necesites y, por otro, dispondrás de un tiempo privado a solas contigo mismo para recapacitar, y para establecer las coherencias necesarias entre lo que piensas, lo que sientes y cómo vas a actuar.

 

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Soy tu amigo José Luis López Velarde, hasta pronto.

En facebook y twitter respondo con el hashtag #TuMejorPersona un abrazo.

 

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