Que raro me encuentro
Las crisis de ansiedad, también conocidas como ataques de pánico, son más frecuentes en mujeres que en hombres y, contra lo que pueda parecer, constituyen un problema serio, que puede tardar de seis a nueve años en diagnosticarse, lo que dificulta su cura y tratamiento.
Estas crisis suelen caracterizarse por la aparición repentina, temporal e inesperada de un miedo o malestar intenso, que provoca un estado similar al que se experimenta justamente después de recibir un gran susto o sentirse gravemente amenazado. A pesar de que la situación real sea completamente inofensiva en relación con la exagerada respuesta física y mental.
La alteración alcanza su máxima intensidad en menos de 10 minutos, en los que se percibe de forma acusada una sensación de peligro y/o muerte inminente, junto con el impulso irrefrenable de escapar y pedir ayuda.
Síntomas muy desagradables
Además, esta situación de pánico súbito se acompaña de síntomas secundarios como palpitaciones y/o taquicardia, sudoración intensa, temblores, atragantamiento, opresión torácica, náuseas, mareos o incluso desmayos. El miedo a enloquecer o perder el control, a morir, los escalofríos o sofocos y la desrealización (extrañeza ante la situación que se vive) o despersonalización (extrañeza ante sí mismo, no reconocerse a uno mismo) son otras señales.
Todo este síndrome se agrava por el hecho de que las crisis de ansiedad nunca llegan solas, sino que se manifiestan en el contexto de otros trastornos de ansiedad. La persona que las sufre se angustia tremendamente por la percepción de un peligro inminente pero no concreto, de hallarse cercana a la muerte, y la necesidad imperiosa de huir y pedir socorro.
Situacionales o inesperadas
Estas situaciones son especialmente frecuentes en personas que sufren trastornos de ansiedad como la agorafobia (fobia social) y otro tipo de fobias como el pánico a volar, al agua, etc. A las crisis de angustia que aparecen en estas condiciones se las conoce como “crisis situacionales”.
Además de éstas, también pueden darse crisis inesperadas, que aparecen repentinamente sin estar asociadas de ninguna forma con el entorno. Por último, existen crisis de ansiedad parcialmente unidas una situación determinada, que pueden darse tanto en presencia del estímulo como en su ausencia.
6 de cada 10
Sin embargo, lo anterior no significa, ni mucho menos, que deba existir una patología anterior para que estalle una de estas crisis. De hecho, una de estas crisis puede ser el primer síntoma de una fuerte situación de ansiedad que había pasado desapercibida hasta entonces.
En situaciones de estrés máximo, basta un contratiempo mínimo para que las defensas caigan repentinamente y se pierda absolutamente el control de la situación, llegando a temer por la propia vida. No resulta nada extraño que suceda alguna vez. De hecho, 6 de cada 10 personas han sufrido alguna vez un ataque de pánico de estas características.
Crisis de angustia
El problema viene cuando estos ataques se hacen frecuentes. Entonces estas crisis pasan a llamarse trastorno de angustia: las crisis de angustia se presentan de forma inesperada y recurrente, una y otra vez, alimentando un círculo vicioso, ya que la angustia de sufrir una nueva crisis aumenta la tensión.
El resultado suele ser un cúmulo de temores que acaban transformándose en fobias si no son tratadas a fondo por un psicólogo. Hay que recordar que estas crisis no son más que síntomas de algo más profundo que tiene que ser erradicado de raíz para evitar males mayores.